Patrimonio Etnográfico abandonado.

Muchos de nosotros, amantes de nuestro parque natural, de sus marismas, fauna y flora, nos preguntamos el por qué del hecho de que en otros espacios naturales cercanos, las localidades prosperan con el turismo ecológico, y con la propia venta de sus productos tradicionales, que tras decenios de caída de beneficios, con oficios que han estado a punto de desaparecer, ahora resulta que han prosperado de manera exponencial, y con el mérito de que encima sus manufacturas o alimentos típicos han ganado en reputación y prestigio, al punto de que en muchos casos, los precios no son siquiera baratos a causa de la alta demanda. Se ha comentado infinidad de veces que las marismas gaditanas, en un principio, no son llamativas paisajísticamente hablando, y que los sistemas montanos con su verdor y espectacularidad hacen sombra a cualquier espacio cercano. También se ha hablado de la obsesión de nuestros alcaldes por el turismo playero, dejando a un lado el monumental y el ecológico. Y puede que éstos sean dos motivos de peso.

Sin embargo, para mi entender el problema fundamental viene del sistema elefantiásico existente en la

​Patrimonio histórico, abandonado.

Administración, y esto, como casi todo en La Isla es un hándicap nacional, para desgracia nuestra. Para comprender lo que vengo diciendo voy a poner dos ejemplos, uno a nivel nacional, y otro a nivel local: el primero es la oficina de empleo, donde hay que pedir dos citas diferentes para dos entes diferentes (uno estatal y otro autonómico) situados en un mismo edificio y con una misma función, es de locos... El otro caso, es el típico de San Fernando, cuando un acuartelamiento o dependencia militar deja nuestra localidad, y se debe desmantelar. Todos conocemos lo que ocurre, años y años de abandono, de unos terrenos que ni Defensa utiliza, ni el propio consistorio puede construir nada. Así con eso, como los terrenos de la Junta de Andalucía, y muchos más, para los que hay que pedir permisos tras permisos, sin fin, como si fuera una de las Doce Pruebas de Hércules, para desesperación del inversor de turno, que ante tanta traba prefiere no poner un euro. Nuestra ciudad, y nuestro parque natural son conflictivos en éste sentido: molinos, casas salineras y compuertas abandonados, esteros secos, y vueltas de periquillo y caños que se están colmatando a causa de la acumulación de fango (esta es una tendencia natural de los humedales). Porque apenas hay mantenimiento; por un lado, casi todo el terreno depende de Costas; por otro, al ser parque natural, de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía. También existen terrenos privados, anteriores a la propia ley de Costas mencionada, hay que tener en cuenta los propios términos municipales pertenecientes a cada ciudad, y por último, los terrenos militares. Y lo que es peor, todos de distinto color político, abundando el feo arte de la zancadilla al contrario y el torpedeo de proyectos, con tal de que el otro no gane votos. No hay proyecto de restauración y cuidado del parque y su patrimonio que no se encuentre con algún problema de tipo administrativo; tampoco es posible que ningún inversor se sienta atraído a montar algún refugio, hotelito, museo, o algo parecido, ni siquiera una salina, algo que requiere mucha inversión, pero que con una simple restauración de algunas de las abandonadas, tiraría para adelante (hay que tener en cuenta además, el bajo precio de la sal, de escasos beneficios), y todo, debido a las trabas burocráticas, inacabables. Para colmo, hay hasta escasez de protección y vigilancia, ya que, una vez más, hay transferencias de competencias del estado a la comunidad autónoma, y no se sabe lo que es del SEPRONA, ni lo que corresponde a unos agentes de medio ambiente, en el que no se aclara si son agentes forestales, inspectores o vaya usted a saber. Además, de estos últimos, hay un escasísimo número de ellos (no sé si menos de diez o quince) para una zona que comprende el Doñana Gaditano, Bahía de Cádiz, y la Breña y Marismas del Barbate. Tan pocos agentes, es además, consecuencia directa de la desaparecida EGMASA (Empresa de Gestión Medioambiental S.A.), ahora Agencia de Medio Ambiente y Agua, que ha venido solapando la labor y las funciones de los propios agentes que sí entraron por oposición, a diferencia de los empleados de la empresa pública.

El patrimonio natural es rico y variado. En la imagen una pareja de ánades azulones.

En fin, un batiburrillo de administraciones, un laberinto de dificultades para el mantenimiento y cuidado de un parque natural que debiera ser una joya de la corona, pues no en vano, está considerado por muchos expertos ornitólogos como el segundo humedal en importancia avifaunística de España, y uno de los más considerados de Europa. Internacionalmente, está reconocida como zona Ramsar, siendo visitado y comentado por muchos naturalistas extranjeros, que se asombran del abandono que sufre nuestro espacio natural, el que ha forjado la identidad de nuestros pueblos, el que ha intervenido en la historia, pues por sus características, nuestras ciudades son como son, y tienen el pasado que tienen. Amén del patrimonio etnográfico, que es el que más se ha perdido de todos, con diferencia. Puede que muchos estén en contra de los consejos de Bruselas, pero cuando se refieren a simplificar la administración española es por casos como éstos, que impiden, como una losa de mármol, el despegue económico de las distintas regiones españolas, y San Fernando, no lo es menos: una de las diez de España con más paro, con un porcentaje de desempleo cercano al 50 %. Y es que así, no hay dios que monte un bar, o una frutería, que es la última moda en la calle San Rafael...