Temporal de levante en las marismas.

Por su situación geográfica, la provincia gaditana, y San Fernando en particular, han participado tanto de la vocación mediterránea como atlántica a lo largo de su historia. En el medio natural ocurre de un modo similar. Tanto es así, que aunque en el ambiente científico queda clara su clasificación climática, no ha ocurrido así en el pensamiento popular. De hecho, todos tenemos en mente las diferencias existentes una vez atravesado El Estrecho en dirección Málaga, donde en la capital de la Costa del Sol, existe una mayor mediterraneidad en lo que se refiere al comportamiento de las temperaturas y humedad a lo largo de los días. No obstante, eso no quiere decir que nuestra ciudad no participe de un clima mediterráneo típico, a pesar de que la influencia oceánica se deje notar bastante.

Y ello es debido, a que al encontrarse a orillas del Atlántico, una masa de agua bastante más extensa y profunda que la del Mediterráneo, estegarantiza una mayor humedad ambiental. Igual de importante es la presencia de la corriente fría de las Canarias, una rama de la cálida del Golfo, que gira en dirección sur y que atraviesa (y afecta a) las costas atlánticas españolas, portuguesas y marroquíes hasta llegar a las Islas Afortunadas. Este componente clave es el que facilita la entrada de una mayor humedad ambiental (nieblas, brumas, rocío, etc…) a las que por ejemplo, ya Málaga, apenas queda expuesta. La baja temperatura de las aguas, para nuestra situación, crean un índice de precipitaciones relativamente escaso, de unos 500 - 600 litros anuales (solo corregido en las montañas del este provincial por el efecto Foehn), y evitan la presencia de fenómenos tan propios del Mediterráneo como es el fenómeno de la Gota Fría, ya que asimismo, se suavizan las temperaturas estivales. También es un fenómeno extraño la presencia de huracanes o ciclones tropicales, como en otros lugares de latitudes similares a la nuestra, pues para producirse, la temperatura del agua debería de superar de los 24º a 26º C., cosa que nunca sucede aquí, ni en las peores olas de calor.

Arcoiris otoñal.

Ahora bien, explicada la influencia oceánica sobre nuestra tierra, hay que dejar clara la mediterraneidad que posee, y sus características. La primera, y esencial diferencia con respecto a los demás climas es la sequía estival, que en el caso de Cádiz, es de ausencia casi total de precipitaciones (cosa que no ocurre en el clima oceánico). Aunque esto parezca de lo más normal, lo cierto es que en el resto de climas lo común es que llueva en verano, o en la temporada más cálida si estamos en un lugar intertropical. Porque lo frecuente es que las precipitaciones se produzcan a causa de la intensa evaporación veraniega, mientras que el clima mediterráneo, al pertenecer al grupo de los templados cálidos, participa de los elementos de los templados y los subtropicales, al igual que el tipo chino u oriental, sólo que en el nuestro,  es importante la participación del vaivén de los anticiclones, mientras que en el chino, dependen de los alisios o los monzones. Es decir, del norte se reciben las borrascas, procedentes normalmente del llamado “Tren Canadiense”, que proporciona gran parte de las precipitaciones de Europa Occidental.

Rocío en una telaraña.

La diferencia mediterránea, y española en concreto, en el segundo plano, es el de los llamados anticiclones subtropicales, quienes como actúan como un dique de contención de bajas presiones, es el más conocido como Anticiclón de las Azores, el cual según, da lugar a sequía (sobre todo en verano) si se encuentra en una latitud alta, mientras que por el contrario, si se encuentra bajo, permite el paso de todos los frentes y borrascas (normalmente en invierno). Esto crea un clima extremadamente irregular, que como sucede en nuestra ciudad y su entorno, existen años húmedos y secos, así como unos con mucho frío y otros más cálidos de la cuenta; y en el caso de San Fernando, al tener características meridionales, presenta meses de sequía casi absoluta, a diferencia por ejemplo de Cataluña, donde el fenómeno de la Gota Fría alivia (aunque torrencialmente) la aridez a finales del verano. Además de que se da una escasa participación de las llamadas estaciones intermedias (primaveras y otoño), dando lugar en días, casi de modo brusco, el cambio de lo que nosotros llamamos “invierno” al verano. Algo de lo que siempre nos hemos quejado muchos isleños a lo largo de años y años. En el que pasamos de la ropa de abrigo a las bermudas en apenas semanas.

Chubasco.

Teniendo en cuenta los datos expuestos, espero haber aclarado a muchos isleños cual es el clima del que disfrutamos, otra cosa son las influencias oceánicas, que son evidentes, y las cuales permiten tener unas de las sierras más lluviosas del sur de Europa (la semiaridez queda en la costa), con especies únicas en nuestro entorno, en algunos casos con formaciones similares a la laurisilva subtropical, y en otras, con la presencia de abetos pinsapos, exclusivos de nuestras serranías y de Ronda. Pero ello no es óbice de que la mayoría de la fauna y flora vienen condicionadas por un ambiente mediterráneo meridional. Y que además queda aclarado en el sistema de clasificación climática de Köppen que define al clima mediterráneo europeo y norteafricano como Csa, mientras que los del resto del mundo, como California, costa Sudáfricana, centro de Chile o sur de Australia, como Csb, marcando la diferencia un verano más suave en cuanto a temperaturas. En otro campo, y con la intención de romper un mito: en nuestra provincia hay más días de poniente que de levante, algo así como un 60% – 40% y que la temperatura media anual es de unos 18º C. Como última curiosidad, añadir que nuestra costa disfruta de más de 3.100 horas de sol al año, lo que la convierte en unas de las más soleadas de Europa, a fin de cuenta, a pesar de las lluvias, los levantes y las frialdades no podemos más que reconocer que nos encontramos en uno de los rincones más privilegiados de nuestro continente.