Publicado el: Dom, 23 May, 2021
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El isleño Francisco Cornejo logra una beca Junior Leader 'la Caixa' para trabajar en el ICM

El investigador isleño Francisco Cornejo ha sido una de las tres personas que ha conseguido este año ser seleccionado para poder disfrutar de una de las becas Junior Leader la Caixa. Se trata de una ayudas de tres años dirigida a la contratación de jóvenes investigadores a las que el ICM (Instituto de Ciencias del Mar) ha podido acceder ahora por primera vez gracias a la obtención, el año pasado, del distintivo de excelencia Severo Ochoa.

En total, en esta edición, abierta a más de 66 entidades de excelencia, se han ofrecido 30 becas en el marco del programa Junior Leader. De entre ellas, tres (dos mujeres y un hombre), se materializarán en contratos con el ICM, lo que confirma la capacidad del instituto de atraer talento investigador.

Francisco Cornejo liderará el proyecto Ucynelle, que explorará, desde un punto de vista evolutivo, la relación simbiótica que mantienen ciertas algas microscópicas marinas con un grupo de bacterias fijadoras del nitrógeno atmosférico que podrían servir como modelo para entender el origen de los orgánulos en las células eucarióticas.

En el marco de este proyecto, Cornejo colaborará también con Rafel Simó para ahondar en los aspectos más químicos de la comunicación entre estos simbiontes. Francisco Cornejo se doctoró en el ICM y hasta ahora ha estado trabajando en la Universidad de California de Santa Cruz (EUA) y en la Estación Biológica de Roscoff (Francia) gracias a una beca Marie Sklodowska-Curie, los contratos postdoctorales más prestigiosos de la Comisión Europea.

Coloquialmente hablando, el isleño, con este proyecto, trata de descifrar el diálogo que ocurre entre organismos marinos que viven juntos, en interacciones que se definen como relaciones simbióticas. Estás relaciones se basan en el beneficio mutuo de las especies que participan de ella y, en su caso concreto, estudia las que se establecen entre un grupo muy particular de algas y bacterias microscópicas. Este diálogo no es una conversación como la que pueden tener, por ejemplo, dos personas, sino que se parece más a la conversación que tienen las células del cuerpo entre ellas mismas. Es decir, que es una conversación basada en el intercambio de señales químicas.

"Nuestras células, las células de nuestro cuerpo, detectan estas señales y las interpretan para generar una respuesta concreta y diferente dependiendo de las señales y del contexto en el que las estén recibiendo. Por poner un símil con una situación cotidiana, la señal podría ser, por ejemplo, cuando un niño le dice a sus padres que tiene hambre. En este caso, la respuesta sería que los padres escuchan al niño y le preparan algo para comer. Sin embargo, el alimento que los padres le darán al niño será diferente dependiendo de la hora del día en la que estén en ese momento, y a esto lo definiríamos como el contexto…, vamos, para que nos entendamos, que uno no se come con las mismas ganas una tortillita de camarones a la hora del desayuno que a la hora de la cena, por muy buenas que estén. Bromas aparte, entender la conversación química entre organismos marinos en simbiosis, en este caso entre algas y bacterias, y también el contexto genético y ambiental en el que se sostiene dicho diálogo, nos podría ayudar a entender como evolucionaron nuestras células, ya que nuestras células, por raro que pueda parecer, se originaron gracias a interacciones simbióticas muy similares a las que investigaré con mi proyecto. Así que, en definitiva, mi proyecto intentará aportar un granito de arena a resolver una de las preguntas más importantes y fundamentales en biología, que es descubrir los mecanismos que dieron al origen de la vida", señala Francisco Cornejo.

Las beneficiarias de las otras dos becas, al igual que él, son dos investigadoras que van a desarrollar sus proyectos científicos en el Instituto de Ciencias del Mar (ICM) de Barcelona, perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Además, con una de ellas, con la Lucía Pita, acaba de escribir un artículo de divulgación científica donde ambos intentan explicar como los habitantes de los océanos, mediante las interacciones que establecen entre ellos y con el medio, pueden enseñar las claves para afrontar los retos que tiene como sociedad, en particular, el de la emergencia climática.

La ya mencionada Lucía Pita estudiará los mecanismos moleculares implicados en la interacción entre especies, microorganismos y el ambiente marino, un conocimiento que puede contribuir al desarrollo de terapias contra enfermedades como el cáncer.

Pita, que se doctoró en la Universidad de Barcelona, ha estado trabajando hasta ahora en el Geomar Helmholtz Centre for Ocean Research de Kiel (Alemania), donde realizó su postdoctorado gracias a una beca Alexander von Humboldt. En el ICM trabajará con Marta Ribes, Rafel Simó y su grupo, especializado en el estudio de las interacciones entre la biogeoquímica marina, la atmósfera y el clima.

Y, por otro lado, Viena Puigcorbé liderará el Proyecto Bacrad, que estudiará las comunidades microbianas que se desarrollan en las partículas marinas con el objetivo de entender su impacto en el ciclo marino del carbono y, en concreto, en la remineralización del carbono orgánico.

En el marco de este proyecto, Puigcorbé, que se doctoró en 2016 y hasta ahora ha estado trabajando en el Centre for Marine Ecosystems Research de la Edith Cowan University (Australia), trabajará de forma estrecha con el investigador del ICM Josep M. Gasol, especializado en el estudio del papel ecológico y funcional de los microorganismos marinos.

Un premio a la excelencia

El programa Junior Leader es uno de los más competitivos de la carrera postdoctoral. De las 353 solicitudes recibidas en 2021, solo 30 investigadoras e investigadores, es decir, menos de un diez por ciento, podrán formar parte de este programa cuyo principal objetivo es fomentar la investigación de alta calidad e innovadora y apoyar a los mejores talentos científicos.

A los beneficiarios de estas ayudas se les ofrece un entorno atractivo y competitivo para realizar una investigación de excelencia. Entre las entidades participantes en la convocatoria se encuentran los centros y unidades acreditadas con los distintivos de excelencia Severo Ochoa o María de Maeztu, además de los Institutos de Investigación Sanitaria Carlos III y las unidades portuguesas de I+D calificadas como excelentes por la Fundação para a Ciência e a Tecnologia de Portugal.

Este periódico no quiso perder la oportunidad de conocer un poco más en profundidad del perfil de Francisco Cornejo, tras su gran logro al ingresar tras ser becado en Instituto de Ciencias del Mar y, para ello, le realizó un pequeña semblanza a modo de entrevista:

¿Cuándo ha escuchado hablar de fugas de talentos y viendo su curriculum, ¿se siente identificado?

En mi caso concreto, yo me considero una persona muy afortunada hasta ahora, en parte quizás porque he disfrutado en todos países donde la ciencia me ha llevado, y también porque he tenido la suerte de conseguir un proyecto que me trae de vuelta a donde quiero estar ahora mismo. En realidad yo sólo he estado trabajando cuatro años en el extranjero, tres de ellos en California (Estados Unidos), en la University of California Santa Cruz (UCSC), y un cuarto año en Francia, en la Station Biologique de Roscoff (SBR), en la Bretaña francesa. Pero también es verdad que tengo compañeros de profesión muy brillantes que han tenido que, o bien renunciar a volver a España porque tanto la oferta laboral como las condiciones que se ofrecen en el extranjero son mejores, o bien rebajar su categoría laboral para poder conseguir un puesto de trabajo en España, o bien, en el peor de los casos, que no son pocos, han tenido que dejar la ciencia. En realidad es una estrategia muy torpe la que tiene España para con sus científicos, porque invierte muchísimo dinero en una formación considerada excelente en el resto del mundo, pero luego no pone los medios para retener a todo el talento que produce, sino que son otros los países que lo aprovechan.

¿Qué le supone a nivel laboral esta beca?

Es un triunfo a nivel profesional y personal, un paso importante para poder montar mi propio grupo y para conseguir una plaza de investigador en España. Normalmente, la mayoría de los contratos o becas que se ofertan en España para investigadores que se encuentran en una etapa de la carrera similar a la mía, lo que llamamos becas postdoctorales, que se llaman así porque tienes que tener el título de Doctor para poder optar a ellas, cubren únicamente el sueldo del investigador, y te hacen depender de otras fuentes de financiación adicionales para poder desarrollar tu trabajo. En mi caso, mi proyecto está cofinanciado por fondos públicos de la Unión Europea y por fondos privados de la Fundación La Caixa, y están pensados para cubrir tanto el sueldo del investigador como la investigación propiamente dicha, incluyendo, por ejemplo, financiación para poder contratar personal que ayude a conseguir los objetivos planteados en el proyecto.

El hecho de vivir en San Fernando, ¿fue lo qué le inspiró para su formación académica?

Mi investigación se centra en el estudio de organismos microscópicos que habitan los océanos, por lo que la cultura marinera que tenemos la gente de La Isla ya te coloca en este aspecto en un punto de partida privilegiado. El mar para mí ha sido y es una fuente de inspiración constante, y yo he tenido la suerte de que Paco e Isabela, mis padres, siempre nos han regalado tanto a mi como a mis hermanos, el vivirlo muy de cerca. Recuerdo desde muy pequeño, por ejemplo, estar bicheando con mi hermano Juan Antonio, con un zalabar y cubito de playa en mano, toda la fauna que quedaba descubierta en los charcos que se forman entre las rocas tras esos fabulosos periodos inter mareales que tenemos en la costa gaditana. Esto obviamente te hace disfrutar muy de cerca de la vida marina desde los inicios de la tuya propia.

¿Qué le parece que las algas se hayan convertido en un ingrediente más de la gastronomía nacional?

Me parece estupendo, de hecho ya estábamos tardando con respecto a otros países que llevan años utilizándola. Además, en este aspecto yo creo que San Fernando es también pionera en España, me suena que ya hay alguna empresita por La Isla que se dedica a la explotación de las algas como recurso gastronómico. A mí todo lo que se haga con productos del mar, siempre que se haga de una manera respetuosa y sostenible para el medio ambiente, y si además ayuda a mejorar la economía de La Isla, me parece genial.

Atendiendo a su profesión, ¿se ve en el futuro trabajando en tu tierra natal?

La verdad es que me encantaría, no te lo voy a negar, aunque lo veo bastante complicado, para eso tendría que haber un cambio muy importante en lo que se refiere a las políticas de inversión en investigación en Andalucía. De todas formas, con mi actual proyecto, si que está entre mis planes el explorar la presencia de un grupo muy curioso de algas y bacterias simbiontes que parece que podrían habitar en las aguas de la bahía de Cádiz.

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