Publicado el: Vie, 19 Oct, 2012
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El 24 y el 23

El 24 que se fue y el 23 que viene, desde que terminara el famoso Bicentenario el 24 de septiembre ha perdido todo su valor, si alguna vez lo tuvo. Mas allá de los “croqueteos” gratis, los desfiles de la Infantería y las visitas Reales poco más quedó. Con la crisis las degustaciones han pasado a mejor vida y ahora se sustituye por una Feria de la Tapa en que valen las cosas más caras que en los bares y encima en plástico y con tickets.

 

Los desfiles de la Infantería de Marina es algo que “nunca” han visto los Isleños, poca novedad y además ya hay menos soldados que en la Banda del pernales. Las visitas Reales, una vez pasado el 2010, han quedado “matarile”, encima en la isla no hay elefantes. El Rey ya anda menos que el “Tío de las Tortas” y para ir al servicio necesita una cuadrilla y un capataz no vaya a dar un “zarpajazo” contra una esquina del pasillo.

 

Por lo tanto los Isleños, para los que nunca fue tradición y el 24 de septiembre sólo fue una calle, han perdido toda vinculación e interés y vuelcan sus ojos a su grande y recordad fiesta del Cerro: el 23.

 

Aquellos Cerros en el que el lugar de celebración estaba en las afueras de la Isla y a las que mucha gente iba en el “Chulo” o se iba atrás del “Bosquecillo” porque ir hasta allí andando más que una peregrinación era un castigo.

En aquellos tiempos no había allí nada, bueno había una gran vegetación hoy desaparecida, ni mostradores, ni casetas, ni romería. Pero había muchas ganas de pasarlo bien. Se echaban unos grandes “desafíos” con los balones marrones de cuero -ya habían perdido la pintura- y se tenía que tener cuidado de no darle un “punterazo” no fuera que se rajara y hubiera que llevarlo a “Vila” para que le pusiera un parche.

 

Como ya el suelo estaba mojado de las primeras lluvias se daba comienzo a la temporada de la “lima” o el “pincho” que no era más que una escofina o lima de ferretería sin mango. Como allí había mucho terreno, más menos que era como un gran recreo donde se jugaba desde el “tocadé” al “escondé”.

 

Pero los Reyes del Cerro eran los frutos secos. Aún recuerdo aquel hombre que se ponía en el “Sosiego” a vender piñones con sus cajas de madera que eran los tamaños de las medidas. Las castañas, las “granás” y las “arvellanas”. Los más atrevidos se iban a coger “higos chumbos” con la típica caña con una “piera” en el extremo y los niños iban surtidos de Cantimplora de Casera de Celis de naranja y el consabido bocadillo de bistec “empanao”

 

Como ritual, habrían la Capilla y algunos iban a ver a los Patronos, todo era una fiesta, una tradición y una jornada grande isleña en el 23, que se perdió a idea para sustituirla  por un 24 que sólo ha servido para dejar un reguero de obras inacabadas que creo que iban destinadas al Tricentenario y que han empezado ya no les vaya a coger el toro...

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