La Isla, antes de San Fernando
Ahora que ha pasado San ValentÃn, no está mal recordar que en nuestra ciudad tenemos unos "enamorados" bastante conocidos dentro del contexto arqueológico. Estos se encontraron en los terrenos donde actualmente se encuentra el campo de hockey de la barriada de Camposoto, zona por otro lado, pródiga en yacimientos de todo tipo. Y donde al parecer se debió concentrar el grueso de población en la antigüedad, a diferencia de la época moderna cuando se configuró el núcleo del San Fernando actual. Las razones eran diametralmente distintas a las actuales, si el germen de nuestra localidad es la Calle Real, cuyo origen se encontraba en el Camino Real de Madrid a Cádiz , en el caso de las poblaciones antiguas situadas en nuestro terreno municipal, responden a otras necesidades, ya sea en el poblado NeolÃtico de hace 6.000 años, del campo de hockey, hasta las últimas villas romanas, lo que se buscaba era la cercanÃa a los recursos naturales, sobre todo, de los lugares de pesca y caza, y un otero donde defenderse de los enemigos (por eso la mayorÃa de yacimientos se sitúan sobre todo en los cerros de los Mártires, La Calera y la BaterÃa).
Por ello, he decidido "viajar en el tiempo", mentalmente claro, y dar un paseo por aquella Isla de León, antes de llamarse como tal, o como San Fernando, ni siquiera como AntÃpolis o Cimbis. Primero, hay que borrar de la mente el paisaje marismeño o de estero actual, pues las marismas y fangales eran naturales, y no estaban transformados por el ser humano, ya que aún no existÃan las salinas. Las proporciones de la isla y su forma serÃan parecidas a las actuales. La playa de Camposoto tampoco existirÃa, en su lugar le acompañarÃa a nuestra isla, otra, muy larga y estrecha, que llegarÃa desde la isla de Sancti Petri a la de San Sebastián en Cádiz (Kotinoussa), separada por un canal que pasarÃa por el centro histórico gaditano, y que lo separarÃa de la otra isla que ocuparÃa el territorio actual de la Torre Tavira y alrededores (Eritheya). La playa actual está bastante retranqueada con respecto a la primera. En todas habrÃa tierra firme, pero también enormes extensiones dunares, que siendo similares a los actuales tendrÃan una vegetación compuesta de barrón, en sus primeras fases, y de bosquetes de retama blanca en las dunas ya fijadas. Tampoco serÃa descartable la presencia de enebros y sabinas marÃtimos, a medida que se avanza del litoral hacia el interior. En tierra firme, ya Plinio advertirÃa que las islas Gadeiras (como se llamaban en época clásica) estaban llenas de acebuches, de ahà el nombre de Kotinoussa, para las más alargada. Tampoco podrÃa ser descartable la presencia de pinos piñoneros y/o carrascos, aunque en esto, hay autores que piensan que ambas especies fueron introducidas por el ser humano en nuestro territorio como medida de contención de las dunas costeras. Probablemente existieran, en las zonas más interiores, algunas especies como álamos de distintas clases o alcornoques. Acompañadas del tÃpico matorral mediterráneo de lentiscos, romeros y demás. Y antes de pasar a la fauna, quisiera aclarar una idea asumida por todos los gaditanos de la zona como correcta: jamás hubo un drago originario en nuestra tierra, los primeros llegaron a finales de la Edad Media, con la conquista de las Canarias por parte de Castilla. Como tampoco habÃa chumberas o pitas (de Méjico) o eucaliptos (de Australia).
La fauna variarÃa, igualmente, bastante con la actual, hay muchas especies desaparecidas, aunque mantendrÃa en gran parte, el carácter marismeño, abundando las garzas, garcetas, flamencos y demás. Los cuales, a diferencia de la actualidad, criarÃan en nuestra tierra. HabrÃa sorpresas para nuestros ojos como los cisnes, ibis o grullas, animales que antiguamente anidaban en nuestra zona, y que se encuentran representados en el Tajo de las Figuras (Benalup-Casas Viejas) y descritos en el Libro de MonterÃas de Alfonso X "el Sabio". También abundarÃa la avifauna forestal, en los interiores La Isla (la de mayor grosor), y probablemente encontráramos algunos córvidos, como los arrendajos, o algunas rapaces forestales como el azor o el águila imperial ibérica. Tampoco serÃa descartable la presencia de tortugas, tanto marinas como de tierra, y galápagos en las zonas de agua dulce. De siempre es sabido la abundancia de conejos en las islas, del cual se dice que dio nombre a nuestra nación, por parte de los fenicios, pues In-Saphan-In, traducido después a Hispania por los romanos, vendrÃa a significar, literalmente: tierra de conejos. Aprovechando esta abundancia de lagomorfos, los linces ibéricos camparÃan a sus anchas, pues son sus presas favoritas, al igual que los lobos ibéricos, quienes serÃan los dueños en la pirámide trófica de la zona. SorprenderÃa actualmente, la presencia de osos pardos, pero hasta el siglo XIII (que se sepa) habitaban en los bosques de nuestra sierra. ExistirÃan asimismo, la presencia de ungulados como ciervos, corzos e incluso caballo salvajes, que garantizarÃa el equilibrio natural. Y aunque hay autores, actualmente, que sostienen que fue una introducción de los árabes, me gustarÃa creer que habrÃa infinidad de camaleones entre las retamas. Tampoco serÃa una barbaridad el pensar que hubiera una población de focas monjes en alguna de nuestras playas. Asà como que pudiera avistarse con mucha más facilidad que actualmente, cetáceos de todo tipo, en las aguas más cercanas. Y por último, no quisiera olvidarme del gran olvidado español de la fauna en peligro de extinción, y que actualmente, se cree extinguido en España: el Torillo andaluz. Una pequeña ave, parecida a una codorniz, de la que no se tiene constancia en décadas...
Quiero aclarar que no es un artÃculo cientÃfico, sino de opinión, y por lo tanto, las descripciones y datos anteriores dados no son tangibles, sino imaginados por mÃ, aunque aclarando, que tomo de referencia descripciones antiguas, de fuentes clásicas (Plinio o Estrabón), medievales (Libro de MonterÃas de Alfonso X "el Sabio"), e incluso rupestres, como el mencionado Tajo de las Figuras, con datos del propio lugar, o de lugares cercanos como La Janda, Doñana o Los Alcornocales. Es un paseo ficticio que he querido exponer para fantasear con un San Fernando distinto al actual, sin avenidas, ni calles, ni bloques de edificios. Solamente, un poblado de cabañas neolÃticas que ocuparÃan un mÃnimo espacio, y que cultivarÃan por los alrededores del mismo. Aún no se ha inventado la máquina del tiempo, pero al fin y al cabo, soñar despierto es gratis, y es en los sueños, el único lugar del mundo donde somos verdaderamente libres.











[…] meses, que escribà para El Castillo de San Fernando, en esta mi sección, un artÃculo titulado La Isla antes de San Fernando, con un carácter retrospectivo, en el que un imaginario viaje en el tiempo describÃa la […]