Publicado el: Dom, 11 Mar, 2018
Opinión

El año del jabalí

En los últimos tiempos los jabalíes son las víctimas favoritas de maltrato por parte de algunos vándalos.Foto.Jaraydedal.

Ha llegado la fiesta del Año Nuevo Chino, y parece ser que dentro de los horóscopos tradicionales de la cultura oriental, entra el año del perro. Sobre las bondades y maldiciones de un año con estas características, mejor que les hable otro que no sea yo, pues soy persona poco dada a saber sobre horóscopos y demás. Sin embargo, en España los últimos meses, se ha podido observar que vivimos en el año del jabalí. Y no, la verdad, no he perdido la cabeza; la ha perdido mucha gente que disfruta torturando a algún animal salvaje, como ha sucedido con los dos suídos que menciona el título de este artículo, dos jabalíes que han sido maltratados con horrible agonía hasta su final, sólo por pura diversión de varios sujetos. Un hecho sucedió hace unos meses en la Garganta de Carés, en Asturias, donde entre unos cuantos tipos acorralaron al animal hasta lograr que se despeñara por un tajo; el otro suceso ocurrió en la provincia de Lérida, donde un psicópata disfrutó ahogando al suído en un canal de riego. Identificados y llevados ante la ley, no les pasará nada, ni una multa, pues en nuestra legislación sucede que hay un agujero del tamaño de la Catedral de Burgos, en lo que respecta a los derechos de los animales salvajes, sobre todo, si no se encuentran en algún estado de peligro crítico a vulnerable, dentro de algún grado de protección, o no son domésticos, ley ésta recién aprobada por cierto.

Imagen del burro del Belén de Lucena en el año 2014. Días después moriría aplastado por culpa de un vándalo. Salvo la reprobación general, apenas llevó castigo alguna.

Siendo todo lo execrable que es que ocurran aún en la España del siglo XXI estos hechos, lo peor para mí, es que aún haya gente que justifique y defienda dichos actos, alegando por ejemplo, que los jabalíes son una plaga, que hay sobrepoblación, por tanto hay que controlarlos, ya que bajan a las ciudades y carreteras, y son un peligro para los niños, vehículos y demás... Verán ustedes, eso es tanto como exponer que la tortura es necesaria para conseguir cualquier objetivo, algo que como comprenderán, es una nefasta enseñanza para cualquier crío al que le enseñen que eso del maltrato es algo normal. Y no se crean que la cosa quedará en los jabalíes o en el perro o gato cercano, si a un crío no se le educa en la empatía, y al menos, en el respeto, o amor hacia lo que le rodea, no se esperen que el día de mañana lo tenga hacía a sus semejantes. A mí, mis padres, siempre me enseñaron que el que ama a los animales, nunca hará ningún mal, y es verdad, porque el que disfruta con la vejación, es un psicópata que lo mismo recurre al maltrato de su mascota, que de su pareja o familiares cercanos. El siguiente argumento es bastante más sencillo y menos filosófico, si hay que hacer algo con una población de algún tipo de animal, lo más lógico es que trabajen sobre ellos, manos y mentes pensantes expertas que saben lo que hacen. Si estos deciden que hay que recurrir a cazadores para un control poblacional, pues así sea, pero no es lo mismo cazar que torturar (aquí ya hay más debate según puntos de vista). Y aunque sinceramente, no sea ésta una de las aficiones que yo comparta, tampoco hay que echarla de lado cuando la sobrepoblación de herbívoros mina, a la también protegida, vegetación local. No obstante, una vez más soy partidario de recurrir a los métodos que la naturaleza nos brinda, por ejemplo, fomentando y recuperando a los predadores, o bien restaurando los bosques autóctonos de la zona, no es baladí esto último, pues se sabe que los jabalíes buscan en las basuras de las ciudades gallegas porque los monocultivos de eucaliptos no les brindan alimento alguno.

Por último, y volviendo al origen del artículo, el Estado español debe garantizar un severo castigo a aquellos que disfrutan con el ensañamiento de los animales salvajes o domésticos, ya sea con estos dos desgraciados, o el que aplastó a un burrito en Lucena hace ya algunos años, o a la persona sin alma que arrastró a un cachorro de pastor alemán desde su coche por la carretera de Jimena de la Frontera. A todos ellos, les deseo una vida de infortunios, porque por desgracia, ya les digo, que sólo irán de visita al cuartel de la Benemérita y poco más. Ya es hora, de que nuestro país entre en el siglo en que corresponde, y se parezca más a otros países de la UE en la protección de la naturaleza, y no en sacar leyes para el fastidio ciudadano, como el Plan Bolonia. Un saludo, y feliz año del jabalí.

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