Como articulista modesto, tengo conciencia del lugar que ocupo en el ranking de las taxonomías de este género y de este gran partido de fútbol en mi sociedad. Por eso aprendo y aprehendo de todo y de todos.

Pienso que somos una sociedad-país-cultura no muy proclives a agradecer a los otros, lo que has aprendido de ellos y de ellas. Quizás, si ya han pasado un siglo, pues ya estás con otra concepción. Quizás, como algunos dicen, nombras-homenajeas a los tatarabuelos de tu actividad, a los grandes del pasado, porque eso te puede dar pedigrí-valor-calidad, y demuestra, no solo lo que todos indican, sino también, demostrar que sabes-conoces el oficio.

Pero ser agradecido con los del presente, incluso, algunos más jóvenes que tú, eso es difícil, en todos los oficios y profesiones, más en las liberales culturales, porque en una sociedad, con tantos grises y tantos colores, se puede tomar como debilidad, falta de personalidad literaria, en nuestro caso de los articulistas, de falta de libertad psicológica, en todos los parámetros. Por tanto, raramente se citan a los presentes para alabarlos, pero si para criticarlos.

Olvidamos que de todos hemos aprendido y aprehendido realidades-ideas-temas-argumentos-datos-perspectivas o deberíamos haberlo hecho. Si, de todos, algo que debemos-podemos hacer, de otros, lo que no debemos realizar-construir. Somos una gota más de agua o de aire en el enorme mar de la realidad cultural presente. Interpretadores del mundo, pequeños o grandes. Ahora, podemos ser grandes mañana, dentro de cincuenta años, pequeños, ahora medianos, dentro de un siglo, alguno pueden ser grande entre los grandes.

Tampoco es frecuente alabar-recordar a articulistas, que en una situación histórica anterior, en nuestro país-sociedad, se diría el anterior régimen, florecieron y tuvieron valor cultural. Olvidamos, que fuesen de la ideología-sistema que fuesen, en general, fueron personas, que quizás abrieron nuevos cauces-brechas a la realidad del momento. Quizás, tuvieron el valor de matizar, y por tanto, los poderes, porque siempre hay poderes, no uno, sino muchos, tuvieron que aceptar cambios. Algunos columnistas, que estuvieron entre esos dos siglos ideológicos, lo expresaron, en su primera etapa de su existencia, abrían puertas con metáforas y ejemplos, aparentemente muy alejados de lo real del momento. Después, ya más claramente.

Era mi intención, abrir un boquete, una columna-artículo a cada uno de las docenas de escritores literarios y columnistas que han existido por estos lares-lugares-ambientes. Sin mirar su sistema de pensamiento o de corazón. Percibir lo bueno de cada uno, no levantar las ampollas de las negruras de nadie. En la existencia, grandes nombres que para mí, eran grandes científicos y filósofos y humanistas, incluso con grandes dosis de moralidad, después, con el tiempo, me he dado cuenta, que tenían también sus sombras.

Indicaba que era mi intención construir artículos a muchos columnistas, lo he hecho a una docena y unos cuantos más, pero he pensado, que vamos a cambiar de tercio, les daremos recuerdo-memoria, para que las generaciones actuales los recuerden-conozcan, los del pasado, y los de ahora, nombrarlos de vez en cuando. No romper ese nudo umbilical, en la que estamos todos los que somos de un oficio, aunque unos con recepción de dólares y plata, y, otros, como este escribiente, sin ese triunfo grecorromano.

Pero si voy a citar algunos de los existentes, antes y ahora: Pedro Antonio de Alarcón, Pla, Mesonero Romanos, Galdós, Emilia Pardo Bazán, Corpus Barga, Víctor de la Serna, Sánchez Mazas, Xosé Luis Barreiro, Alberto García Reyes, Pedro Rodríguez (inventor de la moderna crónica política), Lázaro Carreter, Fernán Gómez, Onetti, Nestor Luján, Alvite, Eugenio Trías, Jorge Berlanga, Jaime Campmany, Miguel García Posada, Eduardo Mendicutti, Javier Ortiz, Francisco Nieva, Juan Marsé, Fernán Caballero, Concha Espina, Maga Donato, Josefina Carabias, Carmen Rico-Godoy, Bonafux, Chaves Nogales y, etcétera y etcétera y etcétera.

Y, otros cientos, de hoy y de los ayeres, que no cito-nombro-denomino, pero que sí recuerdo, y de los que he aprendido. También, de docenas de nombres del propio lugar-provincia-región de residencia, las provincias tan semiolvidadas en casi todo, que también han parido articulistas, algunos con tanta categoría, como las grandes figuras-mitos de la escena nacional, aunque no se conozcan...

Por supuesto, habría que mencionar algunos de los extranjeros, pero debo indicar, que no me gusta dármelas de nada. Articulistas de otras sociedades-Estados-Naciones-lenguas-culturas, conozco pocos. Sin entrar en la diferencia de concepción del artículo, tantas veces indicada, entre el articulismo anglófilo y el español.

Pero hasta donde sé, el latinoamericano, tiene muchos puntos en común con nosotros. Y, debo indicar, que no conozco demasiados nombres, como es obvio, me crié en el papel, ahora con internet, ya la cuestión es diferente. Pero ya, debo indicar la verdad, no tengo tantas fuerzas mentales, para empezar a bucear en el columnismo inserto en otras sociedades con otras historias y otra Historia.

Para terminar, reivindico-sugiero-aconsejo-pido, lo que tantas veces, he señalado, alguna universidad, fundación, museo, administración pública o privada, debería crear un Centro Virtual o Museo Virtual del Articulismo y Columnismo en España. Y, en ella, incluir, miles de nombres, docenas de miles de nombres-autores-autoras que han existido y existen en este campo. Al menos, empiecen a crearlo a nivel regional, a niveles regionales.

Pienso que la sociedad merece darle ese homenaje y atributo a miles, docenas de miles de escribientes de columnas, que han existido en estos dos siglos, desde el gran Larra y anteriores, hasta el último chico o chica, que se está incorporando en estos momentos, a y en la prensa digital, con sus opiniones, más o menos literarias y esenciales. Paz y bien.