Publicado el: Sáb, 19 Ago, 2017
Opinión

La Isla del nunca jamás

Quizás este título nos suene a nuestra niñez más infantil, más dulce. Quizás nos evoque a Peter Pan, al capitán Garfio, al calamar gigante, a sus piratas, a la preciosa Wendy, a Campanilla y evidentemente a su espacio geográfico que llamaban “La Isla del nunca jamás” o como diría los anglosajones “Neverland”. Todo es válido está claro, pero en mis neuronas que alberga los recuerdos, me traslada a los carnavales de La Isla de hace un montón de años, cuando sacaron un coro con ese mismo nombre. Aquello si que eran carnavales en La Isla.

Si mal no recuerdo acababa de pasar el año de los mundiales, 1982, el año de nuestro fracaso deportivo más sonado. El año de Sócrates, de Paolo Rossi, de Paul Breitner. Italia campeona del mundo en el Santiago Bernabéu y Los Naranjitos de Juan Rivero que la formaron en el mundo del carnaval, con ese estribillos que contaban que ganaríamos el mundial, a lo que mi amigo Joaquín Rodríguez “El Maspapa” respondía “Y si no lo ganamos, y si no lo ganamos”. Magníficos años aquellos para el mundo del Carnaval isleño. Pues el año siguiente, 1983, bajo la dirección de Federico Gavilán, letra de Salvador Lucas y música de Francisco Mora; sacaron ese coro que representaba La Isla de Nunca Jamás, con los Peter Pan y los capitanes Garfio. Mi querido Paco “El Guti” también formaba parte de aquel coro y creo que a los que convivimos con él, aún no nos hemos acostumbrado a no verlo por su calle Dolores pasar con su “libretita” para apuntar los aconteceres de su Isla, que publicaba Diario de Cádiz o la agencia EFE.

Recuerdo las calles de La Isla a rebosar, los “puestecitos” por toda la calle Real, repletos de papelillos, serpentinas, cintas de cassete con los primeros premios del concurso. Muchas personas disfrazadas. Antonio “El Negro” con sus geniales disfraces, con su crítica constructiva.

Entonces yo comenzaba a salir solo a la calle con mis amigos y me acuerdo que acababan de abrir la “Hamburguesería La Coracha”, que buenos momentos. También parábamos en el “Falucho” o en el “Buchito”, lugares para los más jóvenes. Después nos recogía mi padre y nos llevaba al “Royalty” la casa de “El Espabilao” o a la Marisquería “La Isla”, donde nos matábamos, los tres hermanos, por las magníficas gambas al ajillo que servían.

Ese coro me trae muy buenos recuerdos de cuando hicieron su ensayo general en la Venta, la de Vargas. Con una letra muy bonita que sacaron al restaurante y que María Jesús Picardo, lloraba a moco tendido con las palabras que le dedicó Salvador Lucas. Y recuerdo un tango que cantaban a la hispanidad, a nuestros hermanos de ultramar,  con una letra magnífica que dedicaron a un mejicano, Virgilio Mejías, que había llegado en un barco que reparaban en Bazán y se hizo amigos de nosotros. Recuerdo esas dos cabalgatas que se hacían en los carnavales, la del humor y la oficial, propiamente dicha.

Quizás a esa evocación le viene muy bien el título “La Isla del Nunca Jamás”, porque ya nada es lo que fue allá por el año 1983. Ni el carnaval, ni Bazán, ni las personas. Todo ha cambiado para peor y nuestra Isla, nuestra bonita ciudad sureña, es La Isla del Nunca Jamás, porque será muy difícil que vuelva a ser lo que fue. Probablemente hemos dejado que demasiados capitanes Garfio vaguen por la ciudad a sus anchas y aniquilen a los Peter Pan que defendían La Isla a capa y espada.

Aunque ya lo publiqué en La Voz, quiero compartirlo con todos vosotros desde mi  sección de opinión La Isla del Corazón que tengo en el periódico isleño El Castillo de San Fernando.

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