Democracia, competencia y transparencia contra la corrupción polÃtica.
Yo no sé cuanto aguantará la sociedad civil española esta avalancha de casos de corruptela polÃtica que se encadenan cada dÃa para el asombro y la desesperación de muchÃsima gente que, cada vez, entiende menos cómo pueden ocurrir estas cosas. Presiento que se acerca el dÃa en que se diga ¡Basta ya!, y lo cierto es que es preocupante, que toda esta contención social y este conformismo que vemos ante todos estos escándalos, estalle de repente en una revolución que pudiera llegar incluso a ser violenta, dados los graves casos de emergencia social que al mismo tiempo estamos viviendo, por el incremento descontrolado del desempleo, los desahucios, los despidos, el recorte de derechos, la injusticia social creciente, la desigualdad, etc.
El español medio, que dicho sea de paso, ha mermado de tamaño en los últimos años, y obviamente no me refiero a la estatura, está soportando todos estos desbarajustes, porque sobre sus espaldas recae la repercusión de tanta mala gestión y tanta tunanterÃa, y yo creo que empieza a cansarse de que se hable de sacrificio cuando los que ostentan el poder, hacen todo lo contrario.
Es cierto, y en eso coincido con quienes asà lo afirman, que la corrupción no es exclusiva del ámbito polÃtico, sino que realmente es un reflejo de la sociedad en su conjunto, pero aunque la corrupción existe lógicamente en lo público y en lo privado, en el primer caso es mucho más preocupante e importante porque, en definitiva, el dinero que se pierde, o que se roba, es dinero de todos.
Si observamos la naturaleza, podrÃamos afirmar que los seres vivos son, en cierta forma, generadores de elementos contaminantes. Los seres vivos generan residuos tóxicos, y por eso cuentan con el aparato capaz de evacuar esos residuos y mantener limpio y sano el organismo. En la polÃtica deberÃa pasar algo similar. En todos los sistemas polÃticos existe corrupción, eso es inevitable, pero lo lamentable es que esos sistemas no cuenten con circuitos de evacuación y limpieza de toda esa suciedad. Seguramente piensen que nuestro sistema cuenta con los juzgados, pero la justicia, como la economÃa, el periodismo y otras muchas ramas del saber y de la organización humana, se han convertido en bienes de consumo, generalmente al alcance de los bolsillos más pudientes.
España está carente de leyes que regulen la práctica polÃtica, y que dote a los partidos de una especie de riñones por donde evacuar toda la suciedad que generan y puedan purificarse. Hay que cambiar el funcionamiento de los partidos polÃticos, porque hay que evitar que la gente se apoltrone y se conviertan en polÃticos profesionales, que es el fundamento, creo, de la existencia de este tipo de corrupción.
En los partidos polÃticos deberÃa valer ese precepto de un hombre un voto, para evitar que determinados personajes se asienten en sus puestos directivos y que ni Dios sea capaz de moverles de ese sitio, entre otras cosas, porque este apoltronado dedicará todo su tiempo y su energÃa en mantenerse él en el puesto y para beneficiar a su camarilla de amiguetes.
Los congresos de los partidos deberÃan ser organismos realmente democráticos y donde existiera, de manera real, una verdadera competencia entre los candidatos que libremente decidan optar por un puesto y, por supuesto, una transparencia total y absoluta. Un hombre un voto, el voto secreto y el derecho a voto de todos los militantes, generarÃa nuevos candidatos, seguramente mejor preparados y predispuestos.
Otro de los aspectos a corregir, es el ejercicio público, cuyo tiempo deberÃa estar regulado. Nadie deberÃa poderse presentar a más de dos mandatos, porque el servicio publico deberÃa ser una vocación, y nunca una profesión.
Necesitamos, y de manera urgente, una Ley de Partidos como la alemana, que imponga congresos periódicos, que obligue a que los delegados se elijan por sufragio secreto entre la militancia, que obligue a hacer primarias para elegir a todos los candidatos a cargos representativos, y que obligue a auditorias externas independientes. ¿Por qué nos fijamos en Alemania en todo menos en eso? ¿Seremos capaces de acometer esa reforma de manera generosa, responsable y pacÃfica?







La prensa al considerarse el cuarto poder y por la importancia que eso tiene debe estar gestionada por personas capaces, libres y sin ningún tipo de afiliación polÃtica ya que sus comentarios e impresiones deben estar basados en una idea propia y no para secundar a un partido polÃtico.
El señor Ignacio no está legitimado para tener su propio espacio en la prensa , al ser un concejal electo de un partido en la oposición
DeberÃa primero no permitir que su jefe se presentará por tercera vez a la alcaldia , ni Chávez, ni Griñan.....