Publicado el: Vie, 2 Feb, 2024
Opinión

Expediente: Casa Palacio Micolta

La Casa Micolta.

En plena calle Real de San Fernando, se alza la discreta Casa Palacio Micolta, una construcción histórica que, a simple vista, pasa desapercibida en el vasto conjunto arquitectónico de la ciudad.

Nunca despertó mi interés en el mundo de la parapsicología ni destacó entre las centenas de edificaciones con historias impresas en cada rincón. Sin embargo, esta casa palaciega se convirtió en el escenario de mi primera incursión en el intrigante mundo de lo paranormal.

Inicié esta inusual travesía con un nivel de sugestión notable. Acompañado por un colega experimentado en el ámbito paranormal, quien ya había recorrido un largo camino en este oscuro terreno, me adentré en lo desconocido. A pesar de mi inexperiencia, llevaba conmigo mi agua bendita y estampitas de la virgen, elementos que creía serían mi salvaguarda, influenciado por las imágenes de Hollywood que habían moldeado mis expectativas.

La razón detrás de mi participación en esta expedición paranormal se remonta a la publicación de mi primer libro sobre leyendas urbanas, titulado "San Fernando Paranormal", que vio la luz en el año 2019. Hasta entonces, mi papel se limitaba a ser un mero divulgador, compartiendo historias intrigantes con el público. Sin embargo, al recibir el contacto de individuos relacionados con la Casa Palacio Micolta, me vi impulsado a ir más allá.

Las personas que se pusieron en contacto conmigo compartieron detalles inquietantes sobre una de las viviendas de la casa palaciega. Según sus relatos, dos entidades habitaban en ese espacio: un anciano y una anciana. Ambos, de acuerdo con las descripciones, no solo manifestaban su presencia de manera tangible, sino que también eran responsables de causar daño y perpetrar bromas macabras.

Así, mi decisión de aceptar este caso se convirtió en un paso hacia lo desconocido, una oportunidad para explorar los límites de lo paranormal y enfrentarme a las manifestaciones que, hasta ese momento, solo habían poblado mi imaginación. La Casa Palacio Micolta, que antes pasaba desapercibida, se transformó en el escenario de mi propia investigación, desafiándome a descubrir la verdad detrás de las historias que la envolvían.

La pareja que contactó conmigo me contó que el anciano se aparecía con su bastón, caminando malhumorado por los pasillos, y si tenías la mala suerte de cruzarte con él, te golpeaba con el bastón. Muchas veces lo veían pasar desde el salón porque veían su sombra deambulando por el pasillo, o daba golpes para que se supiera que estaba ahí. Por otro lado, la anciana “gastaba bromas”. Ella trabajaba de camarera y él de vigilante nocturno, así que muchas veces solo coincidían a la hora de llegar él del trabajo y ella de levantarse. Un día sintió como alguien entraba en su cama, y se pensaba que era su novio, pero al encender la luz vio a la anciana.

La prisa evidente con la que la pareja que residía en la Casa Palacio Micolta abandonaba su hogar dejaba entrever un trasfondo oscuro. Optaron por malvender la casa, mostrando una clara preferencia por abandonar su hogar en lugar de enfrentarse a lo que parecía acechar en su interior. Cuando iniciamos nuestra investigación, la casa ya no contaba con iluminación, ya que sus habitantes se mudaban apresuradamente a casas de familiares, buscando refugio mientras intentaban deshacerse de la propiedad.
Mi cuaderno de investigaciones se convirtió en mi fiel compañero, y mientras anotaba cada detalle, aprendía de mi experimentado colega las técnicas necesarias para llevar a cabo pruebas y medidas meticulosas. Con la oscuridad reinante y sin luz en la casa, debíamos asegurarnos de que cualquier evidencia capturada no estuviera contaminada por ruidos externos o incluso por el humo de mi propio cigarrillo, un hábito que poseía en aquella época y que podría confundirse con una niebla fantasmagórica en las grabaciones de video.

De manera sorprendente, logramos obtener psicofonías y hasta la voz de lo que parecía ser una entidad infantil, información que inicialmente no nos habían revelado. Resultó que una médium había visitado la casa previamente, indicando que la Casa Palacio Micolta poseía un portal abierto, atrayendo a diversas entidades hacia el lugar. Esta revelación explicaría la presencia de una entidad adicional que captamos en nuestras investigaciones.
Durante el proceso, también observamos orbes que flotaban en el aire, pero la caída de la noche, la falta de luz y la ansiedad de los dueños por abandonar la casa nos obligaron a interrumpir nuestras actividades. Incluso nos mostraron un video donde, sin electricidad y sin estar conectado a ninguna fuente de energía, el microondas de la casa funcionaba inexplicablemente por sí solo, y no pudimos hacer ninguna prueba para corroborar este hecho en directo.
A pesar de la fascinación que nos embargaba, la pandemia de la covid-19 interrumpió nuestras investigaciones y perdimos el contacto con los propietarios, quienes finalmente vendieron la propiedad. Sin embargo, en etapas posteriores, recibí información adicional que arrojaría luz sobre nuestra investigación.

En el mundo de la parapsicología, el trabajo de campo no se limita a un solo día; es un proceso constante que requiere insistencia para descartar, corroborar y determinar si las entidades captadas son erráticas o verdaderamente ancladas en ese lugar.

En una segunda parte, seguiré añadiendo información adicional que, como he dicho más arriba, fui consiguiendo de otras fuentes externas que; casualmente; coincidían con nuestras indagaciones.
Richard Stine

Sobre el autor

- Aficionado del mundo paranormal

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