Publicado el: Mié, 23 Jun, 2021
Opinión

La Noche de San Juan

Foto.Leonor Montañés Beltrán.

La noche se hace corta, o larga, depende de la parte del mundo que nos habite. La luz vence a la oscuridad, a una oscuridad que se hace imperceptible, como un abrir y cerrar de ojos. El sol se vuelve débil y el fuego le da más fuerza, y purifica de paso el aire que lo envuelve todo.

El sueño se hace realidad entonces, achicharra el manto negro que cubre el cielo y la tierra, aviva al sol apagado que se duerme un momento, llena al vacío que queda cuando se marcha.

El fuego intenso me da calor, incendia las horas que el tiempo y la noche se han echado a la espalda, quema. El humo es la lágrima del fuego, el fuego que luego lo deja todo convertido en cenizas, o lo que es lo mismo, en casi nada.

Si tocamos su piel, nos quemamos, porque su piel arde, nos hace gritar, nos enciende también, dejando una secuela incandescente dentro de nosotros que a su lado parecemos papel, o madera, o carne incluso.

Será mientras humareda que hace respirar al viento, y llama al fin cuando desvanezca, rescoldo de pasión, trozos de estrellas que, como luciérnagas artificiales, irán perdiéndose por momentos, desapareciendo, apagándose. Volando a compás.

Crepitan entonces los malos momentos, resucitan los recuerdos de antiguos tizones que pintaban de negro mis manos, fragua eterna donde fundimos los últimos años de niñez, los primeros años de hombría, las ascuas de una infancia que ya nos hacia la piel incandescente.

Hoy me siento junto al fuego para pensar un poco en el frío que provoca tu ausencia. Y pienso en tu abrazo que siempre me abrasa, en esa mirada tuya que enciende la chispa y lanza el fuego al aire. Y siento ese vacío tuyo que me quema, en esas ganas de ti que me derriten, en el hierro candente, el clavo ardiendo que es para mí pensarte.

Tengo ahora un verano recién nacido, un solsticio que se apaga por detrás del horizonte, un corazón pirómano que se hace cómplice de los besos que todavía tenemos pendiente.

Y te observo, aunque no estés presente. Y aunque es verdad que cada noche vienes hacia mí, esta noche es distinta, quizá porque vienes rodeada por la magia del fuego de esta noche de San Juan, y vuelves entera en cuerpo y alma, para quemarme vivo, para prender mi piel, para encenderme…¿ves como eres fuego?

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