Publicado el: Mié, 14 Oct, 2020
Opinión

La religión de las palabras

Fotografía. Leonor Montañés Beltrán.

Amo las palabras. Ojalá pudiera ponerlas todas en un texto, con su sonido y su significado, con lo que dicen y lo contrario. La palabra omnisciente que todo lo abarca, que todo lo abraza, que todo lo alcanza. Ellas lo son todo, poema incluso. Canción sin música, melodía de lo bueno y de lo malo.

Me santiguo ante ellas, siempre presentes. Significancia y significado de lo que nos rodea. La voz del que escribe, y también del que lee. También conciencia. También miedo. TODO.

A veces inesperadas, a veces pacientes, a veces susurro y otras grito. Hay algunas palabras imprescindibles, hay algunas palabras malsonantes. Cantón independiente de mis penas, bandera blanquinegra de mi patria, religión de los que sólo creemos en ella, en lo que dicen y en el silencio que guardan cuando callan.

Hay palabras que dan miedo, sin embargo: la enferma, el dolor y la muerte, la miseria, el fascismo, por ejemplo...y la desgracia. Hay palabras que enamoran, misiva de amor, poema y algunas miradas. Y palabras que suceden cual si no pasara nada.

Me gusta recrearme en ellas cuando están en tu cuerpo, en tu piel, dentro de ti, en la sonrisa en canal que te atraviesa la cara. Me gusta cogerlas al vuelo cuando mi musa me las acerca para que las aparee, palabra con palabra, manchando el folio en blanco que impaciente las espera, virginidad rota de su blancura inmaculada.

Tengo fe en la palabra, en aquellas que dependen del lugar que ocupan y cambia su significado si las cambia de lugar, de tono, o incluso de otra palabra. Que no es lo mismo izquierda que derecha aunque las dos son palabras que cambian según quien las dispara.

Puede ser vocablo, adjetivo, verbo, carne y hueso, sangre, tú, y puede incluso ser nada. Puede ser también palabra y su antónimo, verbo que se calla.

Y eco, y juramento, y promesa. Mojadas por la lluvia, mecidas por el aire, olvidadas por el tiempo, agarradas por tus manos, pronunciadas por tu risa, eternas, divinas y humanas.

Efímera, masculina, femenina, inefable, perenne, compasiva, ojalá, infinitas, soledad incluso, meliflua cuando eres tú quien las pronuncia, desgracia cuando sale de la voz del que maltrata. Y ataraxia, y arrebol del cielo cualquier tarde, y esdrújula y aurora y nostalgia.
Palabras. Punto y final...mi único dios onmnipresente...¡oh, palabras!, que nunca se las lleve el viento, que entonces se queda el mundo vacio.

Sobre el autor

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