Publicado el: Mié, 14 Mar, 2018
Opinión

Nuestro 'pescaíto'

Foto: Plataforma Ayuda a Gabriel.

Todo por hacer...un camino por recorrer, cuánta vida por delante; tu primera novia, tu primer beso, tus primeros celos, tu primer trabajo…toda una vida por hacer. ¿Quién compensa tantos momentos desaparecidos de un plumazo? ¿Dónde está mí pescaíto? ¿Dónde estará? Me lo robaron, me lo arrancaron, se lo llevaron… ¿Cómo apaciguo este dolor? ¿Qué decirle a esa madre?.

No hay pena que condene a los/las culpables ni consuele a esa familia, ni a ese pueblo unido. Ni a ningún español. No soy partidario de la Ley del Talión pero prometo que en estos extremos a uno se le pasa por la mente el ojo por ojo y el diente por diente aunque tenemos que ser cívicos, contener nuestra furia y no ser asesino de asesinos.

¡Alto! Abra el maletero. No puede ser, no puede ser. Lo tenía ella, la pareja del padre en el coche; a nuestro pescaito, porque es nuestro, porque todos hemos participado de una manera o de otra en su búsqueda y hemos apoyado a la familia. Pero esto no se lo esperaba nadie. Le llaman la negra y negra tiene que tener la sangre y el corazón para llevar a cabo el crimen que se había cometido. Ya no tenemos que hablar de sospechosa porque ha quedado claro después de su declaración que ella es la asesina material y culpable absoluta del asesinato de Gabriel, eso sí, lo hizo en defensa propia. ¿Cómo puede alegar defensa propia ante un niño de 8 años? ¿Defensa propia: golpear, asfixiar, sepultar y callarlo todo?.

Ahora díganme ustedes qué hacemos con esta persona que causó y está causando tanto dolor al cometer tal delito. A la cárcel de por vida, pena de muerte claman otros, quizás lo merezca pero no se puede llevar a cabo en nuestro ordenamiento jurídico. Es más, nuestra justicia siempre tenderá a la reinserción social del individuo en lugar de llevarlo al aislamiento.

Aquí surge la polémica de sustentar a una persona que para la sociedad es una lacra. Encima de dejarla vivir le damos cobijo, comida, la posibilidad de leer, ver la televisión, hacer ejercicio, etc… seguir viviendo en definitiva, no digo con lujos pero si con ciertas comodidades, eso sí, privándoles de libertad (aunque algún día serán libres).

Llegados a este punto deberíamos plantearnos que los yankees están en lo cierto, que la inyección letal no es tan descabellada y que quizás nuestra sociedad sería mejor y no se cometerían estas atrocidades por temor, simple y llanamente a la muerte, la misma que tú, cobarde, le diste a ese niño de 8 años. 8 años te estaba dando yo palos en la cabeza hasta que tu cortex neofrontal se separase de tu masa encefálica y aún así no creo que se hubiera hecho justicia. Aunque creo que a lo mejor te ordenaba alguna idea.

Sobre el autor

- Crítica, sátira y lúdica de temas candentes y no tan candentes

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