¿Qué (nos) sucede con la cultura de los residuos?
Uno de los aspectos que más me asombró al llegar a España y a San Fernando, fue el innegable avance del tratamiento de los desechos con respecto a lo que se maneja en México y la cultura que permite una reutilización y aprovechamiento de las toneladas residuales que se tiran a diario en el país. Aunque tuve que educarme en este tema desde el primer día, no me fue difícil y puedo decir que el aprendizaje es casi instantáneo desde la casa. En México esta cultura es inexistente, puesto que la basura se mezcla y se tira sin discriminar orgánicos, vidrio, latas, pet y bricks resultando en un verdadero caos y una irresponsabilidad ambiental que seguro estallará pronto, eso sin contar con las huelgas y corrupción que imperan en las empresas contratistas con los gobiernos municipales y estatales para la recoja de basura. Me enteré que en la Ciudad de México, la capital del país, apenas se llevará una nueva regulación al respecto, pero en el resto del país todo se hará como mejor entiendan las administraciones locales. En Cancún, por ejemplo, los mantos freáticos están contaminados, el subsuelo ya no puede contener más basura enterrada y ya se han puesto en riesgo los cenotes o cavernas subterráneas, patrimonio turístico de la península de Yucatán.
Regresemos a España. De inicio, las estadísticas no son muy halagüeñas para nuestro país: de acuerdo a datos de Eurostat (2013), los españoles generan 21 millones de toneladas de basuras al año. De esos 21, siete millones terminan en vertederos sin recibir ningún tratamiento. En cuanto a reciclaje, el panorama tampoco es muy prometedor. España recicla el 33% de sus desechos, cuando la Unión Europea exigirá para el 2020 un mínimo de 50%. No obviaremos que de no cumplir esta normativa, esto se traducirá en millonarias multas.
Sentando estas bases, enfoquémonos ahora en nuestra querida Isla. Y también centrémonos, ya que el tema de la basura da para mucho, y aterricemos en la separación de los desechos. Me ha llamado la atención la tira de fotografías subidas en las redes sociales a lo largo y ancho de San Fernando, donde los contenedores (de basura orgánica, plásticos, vidrios y cartones) van acompañados de muebles, enseres domésticos y colchones, entre otros curiosos hallazgos como váteres y bombonas de butano. En mi propia calle me he topado con estas situaciones y las he fotografiado y denunciado, pero las situaciones siguen repitiéndose —y lamentablemente parece que seguirá sin mucho control— y a veces da la sensación que un día nos despertaremos navegando en la basura. Hay días en que las playas de Camposoto parecen pequeños vertederos, incluso me he encontrado con paquetes de condones e innumerables y clásicas colillas de cigarro mientras intento enterrar mi sombrilla. Es claro que el problema no es nuevo, pero mi percepción en el año que llevo residiendo aquí es que va empeorando.
Es verdad que el gobierno aún tiene mucho por hacer a nivel país y provincias (en Cádiz actualmente hay tres vertederos que tienen que cerrarse por incumplir la normativa de la UE), pero la separación de residuos comienza desde nuestros respectivos hogares. La actitud, la responsabilidad y la educación son las características que nos salvarán en un futuro para evitar nadar en la basura. No nos cuesta mucho colocar los desperdicios en el tipo de contenedor que les corresponde. Me parece penoso que la única forma en que pueda aprender la gente sea con buenas multas.
Les recuerdo a los isleños que tenemos en la avenida Pery Junquera nuestro Punto Limpio Islaverde, pionero en la Bahía de Cádiz en la separación de residuos, inaugurado en 2002. Hay procesos para deshacernos de los molestos muebles, de los aceites y metales. Como dije, todo empieza en casa, acostumbrémonos y demos buen ejemplo a los niños y jóvenes. Tenemos que revertir esta penosa situación y empezar a demostrar que queremos una mejor ciudad, limpia y responsable, haciendo la parte que nos toca.