Publicado el: Vie, 14 Feb, 2014
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Buen Provecho…¿para todos?

comidaenbasuraTras un angustioso mes de paro, nuestro querido jefe se digna a llamarnos. Todos vamos ilusionados, esperanzados,…no por la posibilidad de empezar a trabajar, si no por cobrar ese dinero que se nos adeuda y que nos ganamos trabajando, y que en algunos casos asciende a tres meses de sueldo. La espera tirados en la puerta es penosa y ya algunas voces –por cierto femeninas, ¡qué listas son las mujeres!- apuntan a lo que más tarde será la cruda realidad: ¡no nos van a pagar!. Muchos creemos o seguimos esperando que éstas se equivoquen mientras arropados en las miserias ajenas, nos contamos nuestras penas. “Yo tengo tres hijos y mi mujer está en paro”, “Y yo tengo un bebé y a mi madre con alzheimer”,…y así, uno tras otro, soltamos nuestras penas soñando que la nuestra sea mayor que la de los demás, por si esto sirve para ablandar el corazón (en caso de que lo tenga) de ese jefe que no entiende lo que es tener que pedir ayuda a familiares que ni siquiera llegan a final de mes.

Mientras nos enfrascamos en una apacible y sana discusión sobre el actual estado de las contrataciones de actividades diversas para la Armada y otros ministerios, una mujer –por cierto elegante y con gran conocimiento del tema- advierte lo que está sucediendo a unos escasos 10 metros de nuestro grupo. Veo cómo se indigna, protesta y hasta se enoja, incluso con la vida, por lo que sucede. Y ustedes pensarán que se trata de un caso de abandono o de maltrato, que parece que es de las pocas cosas que mueven el alma a esta sociedad -no sin justicificación, no se me enfade nadie-, habiendo una lista demasiada larga de motivos para acabar como la citada señora. Sorprendidos y aturdidos, nos ponemos a contar: uno, dos, tres, cuatro,…quince,…veinticinco ¡veinticinco barras de pan al contenedor de la basura!. La indignada compañera, con paso firme y segura de su discurso se dirige a la propietaria de la panadería a pedir explicaciones y a remover conciencias.

-        “Señora, ¿le podría preguntar si las barras que acaba usted de tirar a la basura estaban podridas?”

-        No, no estaban podridas, pero era pan de ayer que no se vendió, pero…¿Por qué lo pregunta usted?

-        Pues porque me parece indignante que en la capital del paro, en un barrio obrero, con familias pasando hambre,…se tiren 25 barras de pan en buen estado a la basura. ¿A usted no?. ¿No podría haberlas llevado a algún comedor social ayer al cierre de la tienda y así haber ayudado, con su granito de 25 barras de pan a dar cena y tostadas de desayuno a algunos ciudadanos sin recursos? ¡Usted y su postura son indignantes, señora!

-        Me parece que usted se indigna, como usted dice, mu rápido,… ¡Peor es lo de los políticos!, ¿por qué no se va al ayuntamiento o a Madrid a quejarse de los dineros que tiran los políticos, que eso sí que es "vergonzozo"? ¡Mire señora, yo llevo una tienda y tengo mucho que pagar y muchas preocupaciones para echarme ahora esas culpas a mis espaldas, así que vaya a otro sitio a dar por c—o!

 

Con las mismas, nuestra compañera sale con lágrimas en los ojos indignada y frustrada, por la poca capacidad de raciocinio de la “empresaria” a la que seguramente habrá que rellenarle todos los papeles, dado lo cortito de su intelecto. Sirva esta pequeña anécdota para remover conciencias y reconocer que por poco que se tenga, algo se puede compartir y que a lo que a ti te parece un desperdicio, a otros les puede parecer un apetitoso aperitivo.

¡Buen Provecho!... ¿A todos?.

Sobre el autor

- Les pido permiso para entrar en sus hogares y compartir mis inquietudes, mis anhelos, mis vivencias, mis ideas y hasta mi soberbia. Discutamos sanamente, que el mundo es de quienes toman las ideas y les dan la vuelta.

Mostrando 1 comentario
  1. Rocío Pita dice:

    Pues así está el país estimad@ VPm.

    El remover conciencias debe venir desde casa, parece que las épocas de bonanza en este país acabaron con parte de la educación que con tanto esfuerzo nos transmitieron nuestros padres.
    Me refiero, obviamente, a los más básicos, por que los complicados como honradez, honestidad y ética quedaron como meras reseñas del diccionario de la Real Academia de la Laengua.

    El ponerse en lugar de otros no es tarea sencilla, porque la empatía se trabhaja.
    Siendo la capital del paro de esta nuestra España, me parece como poco sorprendente tal actitud.
    Pero como comentaba, los valores se han perdido. Parece que estemos en la era del 'todo vale' y no es así.
    A mi me ensañaron la solidaridad, a compartir, el compañerismo, que la libertad de uno termina donde empieza la de los demás... en fin.

    Ojalá que el cabreo morrocotudo, justificado y compartido, haya servido para que esa mujer entienda que lo que hace no es digno, no es solidario y por supuesto no es honesto. Espero que esa señora haya movido un poco la conciencia de la panadera y que, a partir de ese mmismo momento, utilice sus 'sobras' para algo más que para echarlas a la basura.

    Como bien dices, es pan, está en buen estado y es muy necesario, de hecho, es un producto básico, como la leche; así que podrá ayudar a muchas personas en mala situación a llevarles a sus hijos un bocadillo y acallar el hambre una sola noche.

    Un hombre que hace grandes cosas podrá formar parte de la historia, pero las personas que hacen pequeñas cosas para mejorar su vida y la de otras personas, CAMBIARAN la historia.

    Un cordial saludo y felicidades por el artículo

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