Publicado el: Mar, 21 Jun, 2022
Opinión

Obsolescencia

Nada permanece eternamente, todo camina hacia la transformación o la pérdida definitiva. Más tarde o más temprano, todo alcanza su temido nivel de obsolescencia y, a partir de ahí, su inevitable ostracismo.

Sumido en la vorágine del progreso, vamos sustituyendo equipos informáticos incapaces de asumir una enésima actualización, nos desprendemos de ropa que pasa de moda sin apenas haber sido usada, televisores, radios, y así todo un sinfín de objetos y utensilios que, simplemente, nos cansamos de ver o, peor aún, sus repuestos se han dejado de fabricar, finiquitando de este modo su efímera vida útil.

Por nuestras manos pasaron cintas de cassettes, discos de vinilo, mp3, mp4, CD…, con una velocidad de vértigo. Como si nos fuésemos a convertir en bíblicas estatuas de sal, avanzamos sin atrevernos a mirar hacia atrás, sucumbiendo a las modas y tendencias, con una actitud sumisa e incondicional que nos obliga a desdeñar lo anterior por obsoleto, para poder seguir nadando a favor de la corriente, para poder continuar “estando en la onda”.

Por suerte, a pesar del angosto sendero de la obsolescencia al que parece que todo está destinado, aún permanecen bastiones que se resisten a sucumbir ante esta epidemia de irreversible modernidad. Una de esas “rara avis” es el libro. Como nos reseñara Irene Vallejo en su magistral ensayo, El infinito en un junco, frente a todos los artilugios que vamos usando y desdeñando a lo largo de nuestras vidas hay un singular artefacto que resiste contra todo pronóstico, desafiando el nivel de obsolescencia: el libro. Además, a pesar del tiempo transcurrido desde su creación, seguimos empleando el mismo método que usaron nuestros antepasados para poder utilizarlo: simplemente lo abrimos y, al igual que hicieran ellos, comenzamos a leerlo, palpándolo entre nuestras manos, sintiendo su olor, su tacto, adentrándonos en su lectura con la misma avidez y entrega.

Con un libro en nuestras manos viajamos por otros mundos y vivimos otras vidas, con la misma celeridad y asombro que lo hicieron nuestros ancestros, mientras que todo lo que nos rodea, lo útil, lo indispensable, el tiempo o la moda lo va devastando sin piedad, condenándolo a la obsolescencia más absoluta, como a un búnker en la orilla del mar, al que, poco a poco, las olas van devorando hasta convertirlo en una solitaria roca sin pasado y sin memoria.

Sobre el autor

- A veces las apariencias no engañan y todo es lo que parece.

Deja tu opinión

XHTML: Puedes usar las siguientes etiquetas HTML: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <s> <strike> <strong>