Publicado el: Vie, 16 Feb, 2018
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Publicidad abusiva

Estamos en la era de la sobreprotección del menor. Nos preocupamos por cualquier atisbo de peligro que pueda sufrir; aunque se lo busquen; de que coman lo que les apetezca, de que tengan todos sus caprichos, de que tengan ropa nueva constantemente, de que sus mascotas se sometan a ellos; aunque se merezcan un toque de atención por no saber distinguir un animal de un juguete; y de que estudien para un futuro mejor.

En 2005 se prohibió la publicidad tabacalera porque los menores estaban expuestos, o tentados, a fumar. Equipos deportivos, cines, eventos de gran importancia… Todo aquel emisor de publicidad de altos vuelos estaba condenado a no poder aceptar dinero de las tabacaleras. Es más, años después empezaron a poner mensajes en las cajetillas del riesgo a morir si fumas.

Diez años después, la OMS nos dice que los menores empiezan a fumar antes. ¿Fue efectiva la campaña? Sí y no. El lado positivo es que las personas estamos más concienciadas del riesgo que conlleva fumar; pero con la crisis que estamos soportando creo que hemos averiguado que hay cosas peores que el tabaco. El lado negativo es que los menores, consentidos en su mayoría, fumarán sin necesidad de que una tabacalera le plante un anuncio delante de su cara.

No obstante, me gusta la idea de regular la publicidad en ciertas zonas. Me chirriaba por ejemplo, que Fernando Alonso siendo un conductor profesional de F1 tuviera publicidad nociva, al igual que el Getafe CF tuviera hasta 2012 la publicidad de Burger King; te animo a hacer deporte y a que te infles a hamburguesas de comida rápida.

También me congratula ver como los salones de juego de azar regulan quien entra en su establecimiento. Norma insuficiente para aquellos ludópatas que han encontrado en Internet, salones de juegos virtuales que facilitan a los ludópatas gastarse su dinero sin control ninguno.

No es solo el hecho de que puedan acceder a ello, es la libre publicidad que existe en nuestras televisiones, emisoras de radio e Internet. Tampoco se libran de las casas de apuesta los equipos de fútbol y otras entidades del deporte.

Nos alejamos de las malas comidas y del tabaco, pero atraemos a nuestra afición publicidad para que se gaste sus ahorros apostando sin parar. Ya no es que grandes referencias para las personas, como el Real Madrid CF, si no que los programas de índole deportiva incitan constantemente a jugar, así como la publicidad invasiva de Internet.

Lo más grave no es este tipo de publicidad, si no la publicidad explícita de sexo. Desde que navegar por la red se popularizó gracias a las primeras compañías que llegaron a España con sus paquetes de teléfono, televisión e Internet, nos hemos acostumbrado a ir cerrando pestañas que se nos abrían solas con publicidad.

Poco a poco, los informáticos han ido sacando programas para cortar ese goteo incesante de publicidad. Sin embargo, algunas páginas han ido perdiendo ingresos y nos han obligado a desactivar nuestros programas para poder acceder a su contenido.

El problema nace del tipo de usuario que navega por esas páginas que te piden que desbloquees su publicidad y del tipo de publicidad que se oferta. Quizá se creen combinaciones que no deberían, como menores y publicidad pornográfica. Parece que lo que más atrae es el sexo, así que la mayoría de veces la publicidad es de ese mundo y, los que lo reciben, suelen ser menores.

No culpo exclusivamente a los dominios virtuales de su publicidad, en algunos casos los menores se meten en webs que no son propias para ellos. Aunque, últimamente es muy fácil navegar por webs que nada tienen que ver con el contenido adulto, y sin embargo su publicidad sí lo es.

En los últimos años se están sucediendo estudios y casos de jóvenes, o menores, que son declarados adictos al porno. Personas que pierden la concentración en sus actividades diarias, o que necesitan consumirlo diariamente para relajarse. No estoy diciendo que disfrutar con nuestro cuerpo ayudado por estímulos del exterior sea malo, lo nocivo es cuando el disfrute se transforma en una necesidad.

El problema nace en la facilidad para toparte con un anuncio que te lleva a esos dominios de lujuria y sexo sinfín. Usar reproductores online para ver cualquier tipo de película, entrar en páginas de minijuegos, o cualquier otra web que no pertenezca a una gran compañía; estas suelen tener anuncios de aplicaciones para encontrar pareja; nos llevará con facilidad a una publicidad subida de tono.

¿Quién paga los platos rotos? Los adictos. Ya sean adictos al juego, o adictos al porno, que serán las fuentes de ingresos que nutrirá de más poder a los dominios que se publicitan captando a este tipo de personas para que gasten su tiempo, y dinero, dentro de su contenido.

¿Y el problema? Que mucho se están rejuveneciendo los adictos de una cosa, y de otra, y leer testimonios de adolescentes que están superando una adicción al juego, o al porno, es cada vez más triste.

Sobre el autor

- Aficionado del mundo paranormal

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