Publicado el: Mié, 15 Jun, 2016
Opinión

Una compra sorprendente

Una calle de una de las grandes superficies.

Una calle de una de las grandes superficies.

En este artículo se pretende hacer público y brevemente un hecho real que oí  hace pocos días con motivo de una compra de emergencia, que tuve que realizar en una de las grandes superficies comerciales de nuestra ciudad.

Ocurrió que al entrar en la calle correspondiente que conforman la estructura de estos complejos establecimientos, concretamente en la dedicada al  objeto que iba buscando, pasó literalmente lo siguiente tal como lo relato a continuación:

Un cochecito parecido.

Un cochecito parecido.

Casi al principio de dicha calle se encontraba de espalda a mí (es decir que no pudo verme) supongo que se trataba de una mamá de unos 25 a 30 años aproximadamente, que mantenía un cochecito de un niño de unos dos o tres añitos, al que sorprendentemente le estaba diciendo repetidas veces con bastante énfasis por cierto ¡Rajoy es muy malo! ¡Rajoy es muy malo! (podía haber sido cualquier otro, pero voy al caso) y al pasar junto a ella, no sólo no se calló sino que aumentó su tono de voz. Lejos y al final de la calle había otro usuario, que por su distancia no podía oír lo que yo escuché, pero cuando me acerqué a él, resultó ser un conocido, circunstancia que me posibilitó ante la indignación que me embargaba después de lo oído, que le comentara lo sucedido y aquel hombre se quedó tan perplejo y como yo, no podía dar crédito a lo acontecido. Sólo me dijo ¡querido amigo, esto es un fiel reflejo de gran parte de lo que hoy día tenemos y  está pasando en nuestra sociedad!

Pues bien, independientemente de la ideología que tenga cada persona, la cual, no deja de ser una decisión tan ‘libre’ como  ‘respetable’, pero en el  caso concreto de este episodio, aunque se tratara de su ‘madre’ o no, ¿Preguntaría? ¿Qué se puede hacer? ¿Y hasta dónde es capaz de llegar la mente humana para adoctrinar la conciencia inocente de un niño de tan corta edad en lugar de transmitirles otros sentimientos más propios y entendibles al alcance de su tierna niñez?

Pero pensándolo mesuradamente, sólo me queda la esperanza de suponer que el comportamiento anterior no sea el de todas -las madres- ni tampoco el de las -personas- en general.

Un brindis al Sol.

Un brindis al Sol.

Finalmente, en mi opinión y como conclusión final, creo que no sólo atravesamos -el empeño- de un cambio político -que también- sino más bien el de un cambio generacional -al menos el que nos llega de la última hornada de una generación inconformista- que en gran parte no admiten la continuidad de la política ni de los políticos actuales y radicalmente quieren cambiarlo todo sin ofrecer nada nuevo bajo el sol, que sea atractivo y aplicable, sino  ‘el quítate tú para ponerme yo’.

Supongo equilibradamente que para nuestra verdadera liberación, la sociedad y todos los hombres que la componen necesitan de una conversión real y profunda. El discurso y el mensaje que actualmente se utiliza no consiste solamente en priorizar la necesidad de un cambio de estructuras, sino en la falta de valores y contenidos del hombre, que es precisamente el factor principal que exige luego -la figura de este mismo hombre- para desarrollar el pretendido cambio.

Y si no es así, tal vez no tendremos nunca un país ni un continente nuevo y armónico sin nuevas y renovadas estructuras -sin esos hombres nuevos- pero que a la luz de la verdad, sepan ser verdaderamente ¡libres, coherentes y responsables!

Sobre el autor

- Profesor, articulista y cofrade.

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