Publicado el: Sáb, 15 May, 2021
Opinión

Jubilación

Se podría clasificar la vida humana en tres etapas, una primera, de infancia y adolescencia y primera edad adulta, en la que prima la formación, segunda etapa, la vida laboral y familiar propia, tercera etapa, la jubilación.

Como todas las clasificaciones, esas tres frases anteriores que hemos indicado en la vida de una persona, son muy generales y abstractas, y, por supuesto, cambian a lo largo de los siglos, de cada sociedad o cultura, y desde luego, de cada existencia, en unos, su vida laboral empieza muy temprano, casi en la postadolescencia, en otros, su vida familiar, de crear-criar una familia, empieza muy pronto o muy tarde, en otros la vida profesional muy tarde.

Además, de todas las combinaciones reales y posibles, la enorme riqueza de casos probables y reales, una persona, puede estar hibridando la enseñanza reglada con la vida laboral y, con la creación de una familia, otra persona, no crea ningún núcleo familiar, o no tiene hijos, pero trabaja o no trabaja, en fin, etc.

Admitiendo en líneas generales, el esquema de la entradilla, pues podríamos indicar, que todo artículo son muchos artículos en sí mismo, o dicho de otra manera, según como empieces, como diría García Márquez, referido a la novela, según como expongas la primera frase, ya condiciona el escrito siguiente, en este caso, una columna, en el del Premio Nobel García Márquez, una novela. Por consecuencia, esto es importante, si dentro de una semana empezase otro artículo sobre la jubilación, si no me copio a mí mismo, que por lo general, no lo hago, surgiría otra forma diferente.

Diría, recordaría, que a cierta edad, sin quererlo, especialmente, cuándo detrás de los ojos y mirada y percepción, esta la entrada a la jubilación, te vienen a la cabeza multitud de recuerdos, que muchos no desearías, de alguna manera, sin quererlo, la mente-cerebro-conciencia-inconsciencia-psique te acerca ideas y hechos, cómo podría haber sido tu vida, si hubieses tomado esta decisión o aquella otra, cómo si no hubieses realizado aquello, cómo si hubieses tenido otras ideas y conceptos, qué si hubieses habitado otra ciudad, si aquella persona no te hubiese puesto aquella zancadilla, etc. Es decir, te haces a ti mismo una evaluación y autoevaluación, queriéndolo o no, total o parcial.

Pero también, en buena lógica, también, en ese cúmulo de recuerdos de palabras y aptitudes y actitudes y hechos y datos, también se acumulan las cuestiones morales y éticas y espirituales, por negarlas o por admitirlas, suponemos que ciertas zozobras por ciertas acciones, quizás, valorarte no solo a nivel profesional o laboral o económico o afectivo, sino también a nivel ético y moral y espiritual.

En ese juzgarte a ti mismo, en esa espiral, también entran otras personas, con las que la circunstancia o causalidad has estado en contacto, en mayor o menor grado. Quizás, en una etapa actual, de no muy buena exquisitez moral, más bien una moral laxa, en la que los principios morales individuales, rozan mucho el materialismo-hedonismo-epicureísmo-relativismo-egocentrismo ético y moral, entonces, estas cuestiones, quizás no tengan tanta importancia como en el pasado...

Cuando alguien se ha jubilado o se va a jubilar, diríamos, que de las tres etapas de la existencia, ya está entrando en la tercera, en general es una pendiente hacia abajo, no se sabe, cuánta vida le queda a ese individuo, ni siquiera en qué manera o forma, es decir, qué grado de salud psicológica, salud económica, salud de circunstancias, etc., ni siquiera, si seguirá en su propia casa, o terminará en una residencia, en su propia ciudad de habitación o de residencia o de nacimiento o en otra, ni siquiera cual será la última enfermedad que le llevará a llamar al timbre de la muerte, o de la Otra Vida...

Se cuenta de Andrés de Urdaneta, el que descubrió la posibilidad de realizar el viaje de América a Filipinas y viceversa, el tornaviaje, que nadie había descubierto. Había llevado una vida difícil, por el Pacífico, defendiendo los intereses de la España, y que al final, de su vida, se enclaustró en un convento. Entre otros motivos para poner su conciencia a punto para el Juicio Particular y para la eternidad.

En ese entreacto, el rey le conminó a que saliese de dicho convento, y realizase ese viaje. El no quería, pero por obediencia al Papa, lo realizó. Y, después volvió a su convento a prepararse al buen morir, frase que durante siglos se ha realizado en Castilla y en España.

Durante la Edad Moderna, en España, al menos, el prepararse a bien morir, era una conciencia real y una actuación casi universal, desde el rey al último plebeyo, o al menos, casi todo el mundo. A partir, se dice de cincuenta años, en el siglo dieciséis y siguiente, ya era una persona, mayor o entraba en la ancianidad, por tanto, debería empezar a pensar en perdonarse a sí mismo, perdonarse frente al Buen Dios, pensar en el Juicio Particular, pensar en la salud eterna de su alma, y pensar en el Tránsito. Lo percibimos esta idea, en multitud de manifestaciones del siglo de oro, en políticos, militares, nobles, plebeyos, escritores, y, reyes...

Esta concepción, actualmente, da la sensación que se ha debilitado-difuminado, primero, porque el sistema del Estado del Bienestar, que tanto les debemos todos, en segundo lugar, que la media del fallecimiento se ha retrasado, tercero, que por lo general, existe una jubilación universal, mayor o menor, al menos en Europa, y, cuarto que la fe ha disminuido, en demasiados individuos y colectivos, la fe religiosa y la fe en el cristianismo, o al menos, la fe se ha debilitado-diluido-suavizado demasiado, entonces, quizás este concepto, de ponerse a bien con Dios, como durante siglos se ha dicho, es decir, arrepentirse de todas las faltas que a lo largo del tiempo, de tu tiempo, has podido realizar. Pues esta concepción ha disminuido.

Pienso que en esta tercera etapa de la vida, hay que seguir con todo lo anterior, quizás, menos el trabajo profesional remunerado, o solo parcialmente remunerado, y continuar con las obligaciones familiares, con las vocaciones propias, aunque no sean remuneradas, pero, también, irse preparando psicológica y moral y espiritualmente, al Tránsito, es decir, a la eternidad. Se crea que exista esta realidad o no se crea, pienso que todo ser humano, debe darlo como posibilidad, y por tanto, modestamente y en humildad, prepararse, a que exista Dios, a que existe Eternidad, a que tenga alma-espíritu inmortal, a que exista Juicio Particular, y a que exista eternidad buena y eternidad mala.

Pienso que este artículo con este tema, tendría distintas variantes y posibilidades y materializaciones, ésta que presento es una, una de las tantas. Pero quizás, al menos, este modesto escribiente, siempre plantearía el problema de prepararse a la eternidad. Dejarse de tantos engaños y mentiras y otras faltas que durante toda la vida has tenido, y enfrentarte a ellas, y por lo menos, arrepentirte, o al menos, aclarar y aclararte en qué circunstancias y situaciones has tenido. Es una cosa muy lamentable, que personas de buena voluntad, hayan sido tenidas, de no buena voluntad. O, personas, que han tenido defenderse de males, encima, sean tenidos como creadores de males, cuándo solo se han defendido y malamente lo han hecho, porque no es lo mismo, el que ataca con una navaja a un viandante, que el viandante se defiende del de la navaja.

Esperemos-deseemos que exista Dios, y por tanto, bajo su luz, seamos conscientes de lo que hemos sido y lo que hemos hecho, al menos, tengamos el valor del arrepentimiento, y especialmente, conozcamos y entendamos a los demás, de verdad, cómo han sido los demás. Si esto último sucede, nos llevaremos muchas sorpresas, quizás a algunos que teníamos como malas personas, no lo eran tanto, y, otras como buenas, no hayan sido tan buenas... Paz y bien.

Sobre el autor

- Sección en la que trataremos temas de actualidad con un sesgo literario-filosófico.

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