Publicado el: Mar, 28 Oct, 2014
Opinión

Bodas

BodasDespués de un largo periodo en el que me he ausentado para poner un poquito de orden en mi vida, vuelvo con otros ánimos y con las pilas cargadas para afrontar nuevos retales.

En el día de hoy tras un verano precioso, (aunque parezca aun sigamos en la época estival), lleno de idas y vueltas, playitas, bailes etc. He querido retomar la pluma y el papel, tras un divorcio entre ellos y no encontrar las musas suficientes, que me inspiraran para abordar nuevos retales que satisficieran a mi o al lector. De modo, que he querido rebuscar en el baúl de los recuerdos, para acabar de un tema que llevo bastante tiempo queriendo hablar de él, pero que nunca he sabido cómo afrontarlo, no sé si, por el mismo miedo que le tengo, no sea que el siguiente sea yo, y me caiga con todo el equipo; o simplemente porque podría molestar muchísimo las ilusiones de alguno que me lea y esté en disposición de hacerlo.

Así que, sin querer ofender a nadie, desde mi más íntimo sentido del humor y con muchísimo cariño, quiero hablarles a todos ustedes de las bodas.

Las bodas, las bodas, las bodas……¡ ainnnnnnssss!.  Qué bonito todo, que de ilusiones creadas, que de gente, familiares, amigos, todos para celebrar una ceremonia ideal, la cual está llena de detalles de todo tipo, ilusión, fantasía, sueños, lujos, detalles, gestos, símbolos. Unas, por todo lo alto, otras a petit comité, otras con grandes coches de lujo, cubiertos de 100 euros y en lugares paradisíacos, y otras, pues reuniendo poco a poco para poder alquilar el traje de novia.

El caso es que de todas, absolutamente de todas, me alegro de que se celebraran y de las que aún quedan por celebrarse, porque unirse dos personas en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza hasta que la muertes los separe, hoy día es de tener dos cojones, ovarios u ambas bien puestos. Y no es precisamente en el enlace donde me quiero parar.

Ellos/as que se quieran para toda la vida y no seré yo quien los critique por tal gesto ni cada decisión tomada en la ceremonia, ya habrá bastantes comensales que los haga. ¿Por qué? Quienes son esas personas que sacan tantísimos defectos dentro de las bodas y escuchas mientras te estás poniendo ciego de gambas. ¿Familia? ¿Amigos? Si es así, no quiero tener ni esa familia, ni esos amigos para mí, porque vaya boquita que le está echando. “Ella tiene un vestido monísimo, pero hay que ver el peinado que le han puesto, por dios que poco le pega”.  “Que rica estaba la comida, todo buenísimo, pero los langostinos de Sanlúcar tenían un poco de tierra”. “Ella es guapísima lástima que solo esté con el por su dinero”. A ver el día que voy a una boda y escucho que felices y guapos están los dos, me voy a callar la puta boca, y no tengo porque criticar nada.

Pero dejando a las víboras de lenguas viperinas, tanto de hombres como de mujeres que critican. Quiero pararme en las modas y aquí sí que me voy a poner más viperino que nadie. ¿Por qué cogemos las modas que nos imponen los modistos? ¿Nadie tiene cojones de decirle a un modisto?, oye perdona pero no, por aquí no paso. Esto me recuerda un programa de música llamado Operación triunfo que le dice Risto Mejide a uno de sus participantes, algo así de que no deje de que la vistan como una zorra, que ser producto no es eso, que para cantar y vender no hace falta ponerse todo lo que te digan. Pues esto es lo que le debería de decir a algunos modistos, salvando las distancias. Esto no caca, caca…. porque ponen de moda, cada cosa ancestral de otras décadas. O bien, por otro lado, son muy bonitas y de gran arte, pero a la que se lo está poniendo le queda como un Cristo con dos pistolas. En la tienda debería de poner en las etiquetas no apto para todas las cabezas. Todo no vale para todos. He visto a “tíos” de más de dos metros vestidos de smoking que eran códigos de barra,  trajes de frac que parecían Dani de Vito en Batman.

Para terminar quiero meterle mano a los complementos, no podía pasar esta oportunidad, para comunicarles a más de una que las pamelas que llevan parecen antenas parabólicas y que entran ganas a más de uno de orientarlas en mitad de la ceremonia por la cabeza hacia el digital plus para poder ver el partido que te cuadraba a esa hora. Otras que van tan embutidas, entre fajas y complementos que cuando se quitan los trajes y echar todos los gases hasta se deforman.

En fin, solo quería decirles que la próxima que vayan a una boda tengan cuidado con lo que critican, porque también podéis ser criticados.

 

 

 

 

Sobre el autor

- Son relatos cortos, opiniones o experiencias vividas desde la humilde opinión de quien les escribe. No deseo debatir, criticar, tener la razón. Me basta con compartir sentimientos e intentar a la vez sensibilizar al lector.

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