La otra cara del fútbol
No cabe la menor duda que el fútbol en general y el de élite en particular, mueve a las masas, levanta pasiones y genera bastantes ingresos a través de las pingües transacciones comerciales; plagadas de intereses incalculables en todo el mundo.
Y si lo comparamos con otros deportes o cualquier otra actividad de la índole que ésta sea, no tiene parangón alguno, en cuanto a su desarrollo y a sus resultados con respecto a otros acontecimientos, hasta tal punto, que ha adquirido incluso la denominación de "fenómeno" si realmente así se le considera.
Y es que el fútbol tipificado como deporte aparte de ser un juego, esconde un cúmulo de situaciones anexas y extradeportivas que a su amparo, tal vez posibilita paralelamente grandes negocios enmascarados o, al menos, determina posiciones ventajosas para unos, y válvula de escape para otros; dándoles salidas a los impulsos de sus instintos más ocultos, que seguramente permanecían celosamente guardados o simplemente dormidos, tales como: gritos, insultos, groserías y un larguísimo etcétera.
Cuentan como anécdota y creo que está suficientemente probado, que en el fútbol, como sucede al "volante" hasta los humanos más y mejores educados, pierden el control de la compostura, afloran sus nervios, pierden la razón, el sentido común y el respeto. Así como la cordura mínimamente, decorosa, cívica y responsable.
Y si por una parte, las estructuras del fútbol son tan complejas y complicadas. Curiosamente por otra, su éxito va a medirse en función del gol. Es decir, dependiendo que la -pelotita- entre o no, como resultado del juego al que está supeditado. Además del papel de control que ejercen las federaciones, directivas, socios, peñas y aficionados; siendo estos últimos los que realmente pagan y sostienen gran parte de este llamémosle proceso deportivo.
No obstante, si lo despojamos de todos estos añadidos que conllevan y a la vez "confunden" también tiene otra cara, otro aspecto, otra lectura más positiva, que bien deberían servirnos de reflexión y de aplicación en nuestras propias conductas, aptitudes y actuaciones ante la vida.
Tales como la disciplina, el trabajo en común, la concentración, la solidaridad, el sacrificio, el esfuerzo, la constancia, la tenacidad y otras amalgamas de virtudes; que son valores qué suceden y se ponen de manifiesto durante un partido de fútbol. Pero dichos valores pasan inadvertidos, porque la ceguera y los arrebatos de algunos de sus seguidores, que asisten a un partido, no los dejan ver bajo esa perspectiva.
Y frente a estos ejemplos, hay quienes se empeñan en contrarrestarlos con sus reacciones lamentablemente tumultuosas, absurdas, provocadoras y a veces agresivas que descalifican y restan magnitud, al deporte, al juego y al espectáculo, y por ende, desprestigia enormemente a la ciudad donde ocurren. Sin entender que están localizados, se descalifican así mismos y no representan a la generalidad.
No obstante, en medio de todo este laberinto de acontecimientos, es justo destacar también, la postura mayoritariamente contraria, legítima y razonable que en defensa de un equipo hace el buen aficionado desde el respeto y la consideración al deporte, a su propio equipo, al equipo contrario y a nosotros mismos.
Por otra parte, somos muy proclives de acuñar términos y frases sin precisar exactamente cuál es la razón de sus contenidos ni por qué se dicen. Y en el fútbol es frecuentísimo hacerlo, tales como: ‘el deporte rey o la grandeza del fútbol’ entre otras. Y últimamente, llamar a nuestras selecciones: ‘la roja y la rojita’ respectivamente.
Creo que los aficionados al fútbol saben positivamente que -la roja- es como se conoce tradicionalmente a la selección chilena. Por eso, llamar ahora a la nuestra así, cuando además se proclamó campeona del mundo -paradoja de la vida- precisamente ¡vestida de azul! No deja de sorprender, a menos que dicha denominación, esconda otros fines más o menos interesados en los que los medios han tenido mucho que ver en su difusión.
Sin embargo, como si fuera una anécdota más, nuestra selección, ha sido eliminada rápidamente del mundial de
Brasil, precisamente por -La -Roja- ¡la de siempre! cuya victoria para los chilenos, significa supongo, imponerse ante la legitimidad de dicha denominación, asunto este, que por cierto ya fue reclamado por Chile a España, sin que aparentemente tuviese mayores consecuencias…
Pues bien y aparte de estas consideraciones. Si supiésemos contemplar -la otra cara del fútbol- sin aditivos, sin especulaciones, visionándolo bajo otra óptica, que nos permitiera solamente aplaudir el gol, la belleza de una espléndida jugada en cualquiera de las partes y ver solamente fútbol y no a equipos aun con la parcialidad del suyo: el fútbol sería una utopía, pero más sano y deportivo, ‘entendiendo’ como un juego que es, ‘la aceptación’ del azar tanto en la amargura de la derrota como en la alegría de la victoria.
Nuestra Selección fue mal recibida en Brasil. Perdió 1-5 frente a Holanda y 2-0 frente a Chile, como si con esa victoria, Chile ganando y eliminando a España, quisiera definitivamente perpetuar la hegemonía y la tradición de -La Roja- que de tiempo tiene adjudicada por derecho propio, como ya se ha citado anteriormente. Por otra parte, Brasil también perdió con un contundentemente 7-1 por parte de los alemanes -otra curiosa paradoja de la vida- Moraleja ¡No te rías del mal del vecino, porque el tuyo viene de camino!






