Publicado el: Jue, 20 Dic, 2012
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Convulsión febril en la infancia

En nuestra anterior colaboración, al tratar el tema de la fiebre en el niño, mencionábamos una posible complicación, muy alarmante pero generalmente de muy bien pronóstico, que se denomina convulsión febril.

 ¿De qué hablamos?

Una convulsión febril es una respuesta del cerebro ante la fiebre que se produce en algunos niños previamente sanos, entre los 6 meses y los 5 años de edad, en ausencia de una infección cerebral o de cualquier otra causa neurológica. Casi siempre tienen lugar durante el primer día de fiebre y durante la misma, el niño pierde bruscamente la conciencia, el cuerpo puede ponerse rígido y comenzar con sacudidas o quedarse completamente flácido. Es posible también que la boca se ponga morada y esté cerrada con fuerza y la mirada perdida. Suele durar poco tiempo (generalmente menos de 5 minutos) y una vez resuelta el niño suele presentar tendencia al sueño.

¿Qué síntomas provoca?

Las convulsiones se producen por una descarga anormal de las células del sistema nervioso central (neuronas), dando lugar a fenómenos paroxísticos ocasionales e involuntarios que pueden provocar pérdida brusca del estado de consciencia, movimientos anormales de contracción muscular o fenómenos tales como cianosis (coloración azulada) o bradicardia (enlentecimiento del ritmo cardiaco). Suelen durar unos pocos minutos y por lo general, se siguen de un período de somnolencia.

Distinguimos dos tipo de convulsiones febriles:

Convulsión febril simple. Se presenta cuando en un niño se produce una convulsión generalizada, de menos de 15 minutos de duración, y no se repite dentro de las 24 horas posteriores. Este tipo de convulsión no conllevan aumento de riesgo de epilepsias más adelante en su vida, a menos que haya antecedentes familiares; sea una primera crisis febril antes de los 9 meses de edad; haya un retraso en el desarrollo psicomotor o un trastorno neurológico previo. Afortunadamente, alrededor del 75 a 80 % de las convulsiones febriles son simples y se consideran inofensivas, sin evidencia de que causen la muerte, lesiones cerebrales, epilepsia,  retraso mental o problemas de aprendizaje.

Convulsión febril compleja. También llamadas atípicas, son aquellas de duración superior a 15 minutos o convulsiones repetidas dentro de las 24 horas del primer episodio. Después de una convulsión febril complicada, el riesgo de desarrollar una epilepsia a lo largo de la vida es un algo más elevado. Si las convulsiones se repitieran se debería comenzar tratamiento farmacológico, así como investigar su causa.

¿Cuál es su causa?

La mayoría de las convulsiones febriles se asocian a infecciones virales como las causadas por el  herpesvirus humano tipo 6, el virus sincitial respiratorio, el virus de la rubeola, el rotavirus y el Influenzavirus A. También se han asociado a infecciones bacterianas como la otitis media y, menos frecuentemente, a eventos post-vacunación, en especial con la vacuna DPT y a la vacuna triple vírica

En general, como hemos comentado, es más frecuente en niños entre seis meses a cinco años de edad con un pico de incidencia entre el mes 14 y 18 de vida.Antes del séptimo mes de vida, y después de los 5 años de edad, las convulsiones febriles son muy raras. Son algo más frecuentes en varones (1,4/1), posiblemente debido a que la maduración cerebral es más rápida en los niños que en las niñas, y en la raza negra. La frecuencia aumenta 2-3 veces si hubo antecedentes de convulsiones febriles en la familia del niño y aumenta 6-7 veces si fueron los hermanos los que las tuvieron.

 ¿Cómo se diagnostica?

Fundamentalmente es un diagnóstico clínico, llegándose al mismo por la historia y la exploración y utilizándose las pruebas complementarias para descartar otras posibles causas (meningitis, encefalitis, abscesos, alteraciones metabólicas, etc.). Por tanto, en la mayoría de las ocasiones no se precisa ningún estudio especial.

 ¿Cómo se previene?

Siendo necesaria la fiebre como requisito previo para la aparición de convulsiones febriles, se pueden utilizar fármacos antitérmicos como el paracetamol y/o el ibuprofeno. No se emplean para prevenir “per se” nuevos ataques, pero sí para bajar la temperatura y aliviar el malestar y los síntomas generales.

 ¿Cómo se trata?

La mayoría de los casos (un 90%) se resuelven de forma espontanea en cuestión de  minutos. Se recomienda, mientras dure, colocar al niño tumbado de lado, sobre un costado, lo que le permitirá respirar mejor, y lejos de objetos con los que pueda golpearse. No se debe tratar de introducir nada en la boca. Si no le ha administrado ninguna medicina para la fiebre en las últimas 2 horas se le puede poner un supositorio de paracetamol.

Siempre que haya sido indicado por el pediatra, se puede utilizar diazepam por vía rectal (Stesolid), como anticonvulsivante.

Por último, sería conveniente que el niño fuera valorado por un médico que confirme el diagnóstico y descarte complicaciones. Por tanto, se debe acudir al centro de salud u hospital más cercano.

A recordar:

- Por lo general, las convulsiones febriles tienen buen pronóstico. Después del episodio el niño tendrá el mismo estado de salud que antes.

-  Cualquier infección banal (catarro, anginas, gastroenteritis) que curse con fiebre puede provocar una convulsión febril.

- Son relativamente frecuentes (3-5% de los niños). Además, después del primer episodio, 1 de cada 3 niños volverá a tener otro.

-  En la mayoría de las ocasiones, no se precisa ningún estudio especial.

-  Los niños con convulsiones febriles no necesitan un tratamiento para la fiebre diferente del que se administra a los demás niños. Se aconseja utilizar las dosis habituales de antitérmicos.

Sobre el autor

- Médico Especialista en MFYC. Médico especialista en Pediatría y en Medicina de Familia.

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