Publicado el: Jue, 13 Sep, 2012
~Archivo de opinión

El carnaval en la plazoleta de las vacas

Transcurría el año de gracia de Nuestro Señor de 1781 cuando se concluyeron las obras del que sería el Matadero de la Isla de León. Esta fecha adornaba la entrada al mismo con la leyenda ”SE CONCLUYÓ LA FÁBRICA AÑO 1781" . Como se sabe, en los mataderos se sacrifican las reses para el consumo de la población. Estas reses, que venía hasta aquella Villa de la Isla de León del siglo XVIII, tenían sus paradas obligatorias en lugares donde el ganado descansaba o abrevaba, para continuar su viaje. Uno de estos lugares, era La Plazoleta de las Vacas.

Las primeras noticias que tenemos de ella, datan de un pleito de 17 de junio de 1773 entre D. Domingo de Olea y Doña María Bermolen, D. Onofre de Hore y D. Juan Antonio de Madariaga en representación del Duque de Arcos y la sentencia de este pleito motivó la ordenación de los terrenos que rodeaban el Castillo de San Romualdo.  En principio, el entorno se proyectó como una gran Plaza alrededor del Monumento, pero la construcción de la Iglesia de La Pastora en el centro de la misma truncaría para siempre ,la plaza proyectada. Le fue cedida a la Hermandad por D. Juan, hijo de Doña María.

El 27 de enero de 1784 ante el enorme crecimiento poblacional, se planteó la división de la Ciudad en varias zonas para poder llevar a cabo el empadronamiento de sus habitantes, que aún no estaban censados, pero que de hecho vivían en la villa. Para realizar este censo, se divide la Ciudad en Cuatro Barrios o Quarteles.

1º Barrio.- Quartel de la Iglesia Mayor Parroquial

2º Barrio.- Quartel de Nuestra Señora del Carmen

 

3º Barrio.- Quartel de San Juan de Dios

 

4ºBarrio.- Quartel del Santo Cristo de la Vera Cruz

 

El tercer barrio, el de San Juan de Dios, incluía los barrios que enmarcaban la linea que subía desde el Castillo por la acera izquierda de la calle Real, llegaba hasta el Patio del Pino y salía por los diversos “manchones” hasta llegar al “Caño Herrera”, abarcando las Caserías de Torre y Casa Alta, con las Salinas que se hallaban en su albina y entrando desde dicho caño Herrera, línea recta por el Manchón de la Cerca de la Casería del Marqués de Casa Alta, a entrar en la calle Ancha, toda la acera de casa de la derecha hasta el pozo de las bacas. (En el asiento registral aparece con b)

Es la primera vez que se nombra así a esta plazoleta en un documento escrito. El apelativo, se debe a que existía en ella un pozo y un abrevadero para el ganado de paso obligado hacia el matadero, que entonces se ubicaba en la parte trasera del Mesón del Duque, en la actual calle de Murillo (antes Cruz y Pastelería). De aquel viejo pozo y abrevadero existían, hasta hace poco, restos de piedra de cantería, en el lateral del Castillo de San Romualdo. Después, se construyó otro matadero en terrenos de Casa Alta, detrás del Cementerio, donde hoy está El Mercadona de Pery Junquera y que algunos, hemos conocido.

Aquel ganado procedente de las poblaciones vecinas, transitaba por esta plaza, para después tomar rumbos, no solo a nuestro matadero, sino a la Capital, para su sacrificio o embarque a ultramar.

Los animales recorrían la calle Mazarredo, a la que se le conocía como la calle del pozo y la calle Cardenal Espínola, a la que se le denominaba la calle del ganado.

 

            En la Plazoleta de las Vacas, durante estos años que han transcurrido hasta nuestros días, se han querido hacer multitud de proyectos, como el que se acordó con motivo del primer Centenario de la Constitución de 1810. Se recoge en el documento de aquel año de 1910 que, reunidos en sesión plenaria en nuestro Ayuntamiento, se acuerda la construcción de un Centro Escolar. El Centro se llamaría Alfonso XII en honor del Rey de España e iría ubicado en la plazoleta, pero no tuvo éxito por falta de presupuesto y no se realizó nunca. La plazoleta quedó relegada para la instalación de circos, representación de espectáculos públicos,. cines de verano, tíos vivos, en incluso la Velada del Carmen y la Sal.

Es en 1965 cuando se termina de construir y se inaugura la famosa Lonja de Frutas y Verduras que tanta polémica suscitó, durante años, hasta que se logró que se derribara, dado su penoso estado y la cantidad de suciedad que dejaba en los alrededores. Tampoco fue muy acertada la idea del actual Templete, en cuyos bajos se encuentra instalada la Asociación de Vecinos del Barrio de La Pastora, que será lo único que funcione. El templete como tal, no sirve para absolutamente nada. Su anacronismo, lo hace inservible, ya que los templetes venían asociados a los conciertos de música y que yo recuerde, no ha habido ninguno. Su mala calidad de sonido y enorme mole, no está diseñada para tener operatividad de cara a cualquier acto que se efectúe en el mismo. Los que se suben para actuar en el templete, son tapados hasta la cintura por las protecciones de las balaustradas y se les ve destartalados y pequeños en el centro de semejante construcción. En cuanto a los conciertos, que es para lo que están los templetes, brillan por su ausencia.

Esta es a grandes rasgos, el devenir de esta Plaza, que aunque lleva el nombre de un Ilustre Cañailla, nunca o casi nunca se nombra como tal y sigue llevando a gala su nombre   vulgar de Plazoleta de las Vacas.

 

EL CARNAVAL EN LA PLAZA

El barrio de La Pastora, a donde pertenece en la actualidad la plazoleta, de alguna manera, siempre se ha vinculado al Carnaval. En su entorno se ha hecho Carnaval con mayúsculas. En los barrios colindantes a la plazoleta, se ha respirado siempre la Copla, durante la fiesta de febrero. Agrupaciones de mucha calidad han buscado un lugar de ensayo en los bares y tascas de la zona. Es de justicia nombrar El Güichi del Lolo, donde ensayaron “los Pajes de la Capa Blanca” y que años mas tarde cambiaría de ubicación y nombre para denominarse “Bar de Antonio” donde ensayaría la chirigota “Los Popeyes” y donde allá por el año 1970 un incipiente autor ensayaría su primera agrupación “Los Senacheros” me estoy refiriendo a Joaquín Quiñones Madera.

El Güichi de Cristobal que después sería El Güichi de Gonzalo, donde ensayarían “Los Analfabetos” Los Antiguos Faroleros, Los Crupier de Montecarlos, Los Vendimiadores. Nos estamos refiriendo a la época de los años 60 y 70.

No hay que olvidar al Bar Perete, como es conocido por todos al Bar de Antonio Macías, de donde han salido 51 agrupaciones que han obtenido 19 primeros premios del Concurso de Agrupaciones del Gran Teatro Falla. “Almas Alegres”, “Los Mosquitos de Canillas” ,“La Sal de mi Tierra”, “Los Hechiceros Africanos” con su Mas Papa dentro, “Recordando a Chevalier”,  “Los Chinitos del Amol” son algunas de ellas.

En el antiguo reñidero de gallos que había en el interior del Castillo, también hubo Carnaval, ya que allí ensayaron los componentes de la Comparsa “Antifaz”.

 

Es de justicia rendir un emotivo homenaje a los que hicieron posible este milagro de la Copla: José Ramos Borrero” Requeté”, Antonio Martín García, Enrique Villega Velez, Pérez Mercellé, Caraballo, Zapatillo, Juan Rivero, Parazuelo, Manuel Núñez “El Gitano”, Los Amedey Padre e Hijo y algún que otro que seguro se me olvida, fueron los grandes maestros de donde venimos y a los que admiramos.

 

Es en la década de los 80 cuando se fueron instalando las primeras Peñas Carnavalesca en sus alrededores, compartiendo en sus primeros años todo el abandono de la plaza por parte de los responsables municipales. La primera en instalarse en la calle Carraca, fue Los Pollitos de mi Compare. Esta Entidad supo atraer a la ciudadanía isleña y hacerla disfrutar de la Copla mientra las alimentaba con su alitas de pollos. Su gran poyada era la pera, por no decir otra cosa y la calle Carraca bullía que no había sitio donde ponerse, mientras las agrupaciones cantaban en su tablao. El reparto de alitas se seguía con mucho orden y los de la cola, hacíamos lo imposible por entrar en la Sede, donde era mas fácil pillar los apéndices de las aves, para su degustación. Durante mucho tiempo y hasta su traslado a la nueva ubicación en la calle San Juan Bautista, hicieron Carnaval del bueno y mantuvieron el listón muy alto. Ahora, desvinculados de la Plazoleta, siguen haciendo Carnaval en su nueva ubicación.

En junio de 1986 se funda la Peña La Bandurria en plena Plazoleta de las Vacas. Peña dedicada por entero al Coro que, dos años mas tarde sacaría a la calle su primer Coro que se llamó “Que Barbaria” al que luego seguirían muchos otros. En 1991 abre las puertas a la Copla, la Peña  “El Plumero” y un año después lo hacen “Los Catavinos”.muy cerquita de la plazoleta. Peñas Carnavalescas con mayúsculas que han hecho posible el milagro de la creación de las agrupaciones de carnaval y su tributo a febrero, aunque ahora vienen horas malas y algunas pueden desaparecer debido a la falta de liquidez para afrontar los pagos, por distintos motivos que no vienen a cuento.

Durante el Carnaval de 1988 los dos coros que existían en nuestra ciudad, El mixto, del que fui su creador y su director, que ensayó muy cerquita de la plazoleta, porque ensayaba en el colegio recién inaugurado de Puente Zuazo, y que bajo el nombre de Colorín-Colorao fue una revolución, que ni la esperábamos, ni la creíamos, los que lo hicimos posible. Éste junto con el coro de la Peña de La Bandurria , se ponen de acuerdo para realizar el primer carrusel de Coros en la Plazoleta de las Vacas. Todavía existía la lonja de verduras y el Carrusel, con muy poco público, se llevó a cabo compartiendo el espacio con cajas de acelgas y restos de verduras desparramadas por el suelo de la plaza. Desde uno de los laterales de la batea, me hacían llegar que las cajas de papas, se estaban riendo de escuchar los cuplets porque en ese lado de la batea, no había ningún público. Era un día gris y plomizo, pero fue el primer carrusel de coros que tuvo lugar en esta plaza de las vacas. El coro Colorín Colorao, vino hasta la sede de La Bandurria para cantar mano a mano en su plazoleta. La idea gustó y se fue afianzando año tras año. Desde la óptica de los coristas, siempre se buscó un lugar donde ubicar al coro y éste era un buen lugar para hacer los carruseles, ya que con anterioridad los Coros de nuestra ciudad, cantaban por las esquinas de la plaza de abastos y sus alrededores. En la esquina del 44 o en la esquina del Bar La Bahía tenían su parada casi obligatoria. Después vino la decisión de continuar los carruseles en esta plaza por parte de los distintos responsables municipales y creo que fue un acierto su continuidad, hasta que últimamente se ha trasladado al Parque.

Después de transcurridos mas de 20 años, tenemos que decir que el Carnaval se ha ubicado solo en la plazoleta. Ha cambiado el sentir del cañailla, porque identifica Carnaval y Plazoleta de las Vacas y ha puesto en valor a la misma. Ha revalorizado sus fincas, arreglado sus calles y se ha vuelto a construir casas en lugares donde había un solar lleno de suciedad y abandono.

Los establecimientos de la zona han sabido aprovechar el tirón económico que ha supuesto el venir a la plazoleta, no solo en carnaval sino a lo largo de todo el año y algunos son embajadores del buen trato, buenas tapas y buen precio, como es el caso de La Gallega, donde siempre hay una sonrisa y una buena atención al cliente. Este establecimiento, que en su tiempo fue un Güichi ha sabido adaptarse a los tiempos y crear puestos de trabajo y riqueza en la zona. Otro ejemplo de Güichi de postín es el de Pepe Guerra. Siempre lleno a rebozar y con buenas tapas de jamón y queso esperando al visitante, mientras visualiza las fotografías de los mas buscados por sus trampas o habilidades, sin olvidarnos del refranero español en cerámica, colocado por toda la tasca, que siempre te sorprende por ser sabiduría popular, lo que encierra cada frase. El buen hacer se hace patente en ambos casos.

También se van abriendo nuevos establecimientos en los alrededores que harán de esta plazoleta un lugar más comercial y atractivo.

Todo lo dicho con anterioridad, unido a la puesta en valor de nuestro Castillo, que está a punto de culminar y que va a quedar de lujo, son alicientes mas que suficientes para que la plazoleta de las vacas brille con luz propia y siga siendo sede del Carnaval Isleño, hagan en ella lo que hagan y construyan lo que construyan. No nos asusta el futuro, nos asustan los visionarios que se creen la muerte y no están ni pálidos. Nos asustan los que oyen a los cientos de aduladores que surgen al olor de lo que se cuece y la sinrazón y la falta de diálogo de los que en cada momento deban decidir su futuro. Los políticos deberían tomar notas y no olvidar el pasado, porque es el único, desde el que se puede escribir nuestro presente.

 

Antonio Montiel Sánchez

 

Bibliografía:

San Fernando, una ciudad de las luces “ Luis F. Martínez Montiel

La Ciudad de San Fernando: Historia y Espíritu “ Salvador Clavijo y Clavijo”

San Fernando: Evocación de un Siglo “ Joaquín Quijano Párraga”

Historia de Cádiz y su provincia “ D. Adolfo de Castro”

Archivo Museo Perete

Archivo y documentos personales de Antonio Montiel Sánchez

 

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