La alcaldesa de París visita el Zaporito
Anne Hidalgo ha aprovechado sus últimos días en Cádiz para recordar el barrio de su niñez.
Todos pensaban que ya había vuelto a la ciudad de la que es alcaldesa, pero nada más lejos de la realidad. Anne Hidalgo ha aprovechado sus últimos días en La Isla para visitar uno de sus lugares más emblemáticos de la misma: El Zaporito.
Junto a una comitiva formada por muchos de los concejales socialistas que actualmente conforman el gobierno municipal, ha disfrutado de la ruta guiada en torno a este emblemático espacio de la ciudad acompañada también de su marido, Jean-Marc Germain y la Dra. en Filología Clásica María Elena Martínez -investigadora por antonomasia del enclave-, así como Ramón Morales, gerente de la empresa concesionaria del molino de mareas, Ciencia Divertida.
Hidalgo ha podido recordar así el barrio de su infancia, pues no nació lejos de allí, tomando a Martínez por el brazo -cuyo libro guarda con cariño según le comentó en persona- y acompañándola hasta la entrada de la calle donde vivió sus primeros años de vida. Posteriormente se procedió a una visita guiada que, como siempre, comenzó por los orígenes el genovés Juan Domingo Saporito para adentrarse en la construcción de su caño, de su muelle en 1711, y la posterior venta de la finca de éste al también genovés afincado en Cádiz José Micón. El embrión del Mercado de Abastos, los populares baños de agua de mar y la carpintería de la familia Martínez fueron los últimos temas a tratar antes de que el grupo se introdujese en el edificio para conocer mejor la historia de los molinos de marea como prodigios de la Ciencia.
Repasaron entonces su aparición en Oriente Medio, en el siglo X, y, más tarde, en las costas británicas y las francesas, hasta llegar a la Península Ibérica. El último sitio en aparecer pese a la importancia de su actividad entre los siglos XVII y XIX fue, precisamente la Bahía de Cádiz, donde llegaron a congregarse más de una veintena de estos 'engendros mecánicos'. El mecanismo de los mismos, conocido como de 'rodete' entusiasmo a la alcaldesa de París que en ningún punto de la ruta dejó de traducir las indicaciones del guía para que su marido también pudiese seguirlas.
La visita concluyó con una cena a base de tapeo -pescaíto frito, embutidos, papas aliñás- cortesía de La Ceterilla, el restaurante acristalado que toma su nombre, tal como se explicó durante la visita, del tramo de roca ostionera que los pequeños usaban para cruzar el caño antiguamente.
Una historia vieja como La Isla misma que gracias a las investigaciones de la familia Martínez y a la labor divulgativa de Ciencia Divertida serán más conocidas, desde ahora, en la capital del país vecino.










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