'Algas para la salud', la nueva iniciativa gastronómica puesta en marcha por dos enfermeras de San Carlos
Teresa Castro, y Marilí Manuel de Villena, de San Fernando, son las impulsoras de una iniciativa que potencia la presencia de este ingrediente en la cocina casera.
La cocina con algas se ha puesto muy de moda de un tiempo a esta parte. Pero no es, ni mucho menos, un mero capricho. Los más avispados, aquellos amantes de la gastronomía que están continuamente innovando han caído en la cuenta de que, amén de exquisitas para el paladar, las algas contienen una serie de propiedades que depuran el organismo.
¿Por qué vamos a comer mal si, con un poco de interés podemos hacerlo bien? Es lo que se preguntaron Marilí y Teresa -enfermeras del hospital de San Carlos-, conscientes de la depuración que lleva a cabo este manjar extraído del mar, “que no retiene toxicidad” y aquí, en una Isla rodeada de marismas, era un bien común a la par que infravalorado en la cocina.
“Si comes alimentos menos tóxicos, menos toxicidad acumula tu organismo”, explica, reflexionando sobre las ventajas de las que a este respecto gozan los países asiáticos “siendo las nuestras de buenas”. Un ingrediente más o menos de moda según la época, que tras un tiempo olvidado, vuelven a ocupar su sitio, poco a poco, dentro de la dieta mediterránea.
Esto es, en esencia, lo que ambas compañeras pretenden divulgar con su correspondiente demostración. “Como enfermeras, nos importa la salud de los demás… y existen alternativas a los fármacos para combatir muchas deficiencias, físicas y psíquicas”. Así, poco a poco, fueron informándose, poniendo sus descubrimientos en común durante los cafés en San Carlos. “Todo partió al descubrir que la anemia ferropénica se combate con las algas”, recuerda de aquel primer artículo que fomentaría su curiosidad en torno al tema, hasta el día de hoy.
De la información, al juego, a las pruebas -fallidas, a veces- en la cocina de casa. Y de ahí a una iniciativa que poco a poco arranca con la impartición de talleres, tanto a particulares, como en colaboración con empresas e instituciones. Fue el caso de un grupo de alumnos de la Escuela de Hostelería de Barbate. Los comienzos no fueron fáciles porque tuvieron que partir de cero, “todavía recordamos entre risas el olor de aquel primer arroz”. Pero todo es conocimiento y experimentación. Por eso, tras años aplicando sus conocimientos en materia de salud, las necesidades de las que son conscientes y mucha creatividad, comenzó una carrera de fondo.
El boca a boca hizo lo demás. Gente interesada en el tema que junta a un grupo de conocidos y se ponen manos a la obra. Cubren gastos entre todos y ¡a cocinar! De la parte teórica se encarga Teresa, brindando nociones básicas sobre lo que posteriormente se va a practicar, 6 platos para un menú concertado con un mínimo diez personas. Platos que van variando en función del gusto y de la época del año. Tres maneras de cocinar, fáciles, para que los alumnos del taller puedan integrarlas en su cocina, “porque si a las tres semanas nos los encontramos y no nos dicen lo bien que les fue, para nosotras es un fracaso”. A partir de ahí todo es innovar, experimentar, sustituir ingredientes tradicionales -no tan sanos- por otros más adecuados, que Marilí define, en esencia, como “el olor de las rocas durante la bajamar”.









