Como viene siendo habitual desde hace ya varios meses, La Buhardilla volvió a abrir sus puertas el pasado sábado para que un profesional de la Literatura presentara su obra ante todos aquellos amantes de las buenas historias que ansían un mayor número de iniciativas de esta índole en la ciudad.

El protagonismo recayó, en esta ocasión, sobre la curtida profesional del campo Palma Medina, quien, tras toda una vida entregada en cuerpo y alma al arte de la Literatura, hizo gala de un exquisito uso de la palabra -en este caso, verbal- para hablar de dos de sus obras más conocidas: La paloma herida y Contra la ley de Dios. Completamente diferentes en cuanto a contexto histórico-temporal, pero con ciertos paralelismos al fin y al cabo. No en vano fue la propia autora quien confesó que ambas se rigen en base al mismo eje vertebrador: la angustia del ser humano al ser encerrado en un ambiente hostil en contra de su voluntad.

La primera se desarrolla en el psiquiátrico, donde una protagonista que aparentemente lo tiene todo, comienza una relación muy especial con el especialista que la trata. “No es una historia de amor”, aclara para evitar confusiones, “sino todo lo contrario: es un relato intimista, de soledad y de desamor. De esa eterna búsqueda hacia la felicidad no alcanzada a pesar de tenerlo todo en la vida”. La segunda tiene por escenario al internado religioso donde un joven de buena familia comienza a experimentar su despertar sexual, en este caso, “un joven homosexual”, pero también matiza: “como podría no serlo, porque lo importante del libro es esa batalla interior contra la educación recibida, aquello que muchos insisten en definir como lo normal”.

La paloma herida, publicada en octubre de 2011, oculta tras de sí una intrahistoria sumamente particular. Medina la escribió en 1995, al poco de cumplir la veintena. Entonces sintió cierto recelo por el mundo editorial, o quizá fuera la desconfianza hacia el producto salido de unas manos tan jóvenes lo que hizo que este relato quedará relegado al olvido durante más de quince años. Andado el tiempo y con unas tablas más que consolidadas, reparó en aquella novela que, una vez actualizada, le pareció mucho mejor de lo que su memoria alcanzaba a recordar. De hecho la editorial a la que decidió mandar el manuscrito se sorprendió de la madurez en cuanto a tema y estilo que reflejaba la narrativa de aquella joven que se había inspirado en su entorno más próximo para crear unos personajes secundarios perfectamente definidos en cuanto a su psicología.

Es la primera vez que Palma Medina presenta no una, sino dos obras en San Fernando, y es obvio que dando lo mejor de sí. Expresiva, sincera y bien documentada comenzó a hablar de su libro más reciente, Contra la ley de Dios, que por circunscribirse en el Cádiz de los años veinte considera a caballo entre la novela histórica y la literatura costumbrista.

Si La paloma herida la llevó a desarrollar toda una investigación preguntando a profesionales médicos y consultando términos farmacológicos en tomos de enciclopedia -de aquella no existía Internet-, al escribir Contra la ley de Dios encontró en el cine su primera fuente inspiración. Concretamente en una película antigua, inglesa, perteneciente a un director ruso. Pero fue años más tarde, cuando al leer cierto artículo en un suplemento dominical sobre el internado donde su abuelo se había educado como alumno externo, supo que había llegado el momento de denunciar lo que siempre quiso: “esos ejercicios religiosos, ese dios castigador, ese ambiente clasista… eran cosas que yo me veía en la obligación moral de criticar a través de la Literatura”, confiesa. Para ello contó con testimonios de muchos ex alumnos de la citada institución, quienes, al contrario que su abuelo, sí estuvieron allí en régimen de internos. Según llegó a concluir, “era un colegio tan clasista que internos y externos no podían jugar durante el recreo a pesar de coincidir luego en las clases”.

Además de estas pinceladas, los asistentes pudieron conocer que la elección de la época se debió a que, según Medina, “ésta ha caído mucho en el ostracismo”. También, que ambas novelas se caracterizan por un lenguaje fluido y cómodo de leer -lo cual no debe confundirse con la simpleza-, huyendo de ese estilo tan obsesivamente descriptivo del que hacen gala otros autores -y que no necesariamente implica una mayor calidad en su literatura-. “No me excedo en la faceta descriptiva de mis libros porque, como lectora, me aburre conocer hasta la última mota de polvo que ensucia cada rincón”, sentencia, “pero trabajo muchísimo a los personajes desde el punto de vista psicológico, tratando temas controvertidos pero evitando, siempre, herir la sensibilidad del lector”.

Así concluía la presentación de Palma Medina, escritora con tablas, cercana y de nuestra provincia, cuyo talento seguirá evolucionando conforme obsequie a sus lectores con próximas obras escritas y que, a buen seguro, serán disfrutadas tanto o más que las presentes.