Publicado el: Mié, 10 Dic, 2025
Opinión

Expediente: Las IV Jornadas

Richard Stine con los tres ponentes y maestro de ceremonias de la IV Jornadas del Misterio de La Isla de León

Voy a abrir mi corazón, como siempre hago, por el misterio de mi ciudad: un canto al amor por lo que hago. Estoy orgulloso de esa cara prohibida de mi casa y lucho para que no caiga en el olvido.

No siempre es necesario estar en primera fila para demostrarlo; un claro ejemplo fueron estas IV Jornadas del Misterio de La Isla de León, que este año fue en el Centro de Congresos. El presentador fue el gran José Antonio Aguilera, y los tres ponentes fueron Gema Marcos, Óscar Fàbregas y Raquel Berenguel. Una auténtica escalera de color que brilló sin descanso durante todo el acto.

¿Qué puedo decir de mi gran amigo José Antonio? Un magnífico investigador sevillano, colaborador de Cuarto Milenio, que aceptó el papelón de ser maestro de ceremonias sin dudarlo. Expuso temas tan interesantes como los duendes —que hicieron acto de presencia— o Slenderman, y presentó de manera exquisita a cada uno de los ponentes.

Gema Marcos dio el pistoletazo de salida con su exposición sobre la vida de una investigadora. Volvía al ruedo después de una larga enfermedad, lejos de su Barcelona, para elevar el listón de la calidad hasta lo más alto. Compartió pensamientos, vivencias y pruebas recopiladas a lo largo de su extensa trayectoria en el mundo paranormal.

Óscar manejó la figura de Jesucristo a su antojo. Tomó los evangelios de los cuatro apóstoles como fuente principal para extraer conclusiones que al ojo desprevenido se le escaparían. Incluso teorizó sobre el Santo Prepucio y puso en jaque muchos dogmas que se dan por sentados. La sala vibró con sus palabras y con su forma de abordar un tema que, aún hoy, sigue siendo tan delicado.

Por su parte, Raquel tomó el arquetipo tradicional de la bruja y lo destrozó ante nuestros ojos con argumentos contundentes. Un golpe que haría temblar a la Santa Inquisición si siguiera activa, y que nos permitió comprender la realidad de aquellas mujeres perseguidas por su condición o por su sabiduría.

Fue un cuádruple regalo para San Fernando que, a día de hoy, no tiene espejo donde mirarse, porque no existe otro evento de este nivel en nuestra isla. Y todo hecho por amor al arte, destinando los beneficios a dos asociaciones isleñas que luchan por hacer del mundo un lugar mejor.

Todos dejamos algo allí: tiempo, dinero, esfuerzo, ganas… Y recibimos verdaderos aplausos de una comunidad que crece año tras año y que espera con ansias nuestro regreso. Ese es el mejor pago que se nos puede dar: el amor por un mundo mal visto, pero que despierta pasiones cuando se trata con seriedad y corazón.

Como una guitarra rasgada, nuestro mensaje encandiló a los oyentes. San Fernando tiene potencial para albergar este tipo de eventos —y muchos más— porque vibramos en la misma sintonía. A la gente le gusta; el pueblo puede disfrutar de dos fiestas opuestas al mismo tiempo. La Navidad no es incompatible con el misterio.

¿Y los políticos? Pues no vinieron, ni se les espera. No pretendemos mover masas, sino personas. Y eso ya lo logramos desde el primer evento… y van cuatro.

Sobre el autor

- Aficionado del mundo paranormal

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