Adiós a las tortugas de La Atlántida tras más de 40 años de historia y atención voluntaria
El sonido del agua, las flores, las tortugas… eran el alma del jardín interior del Centro Comercial Atlántida de San Fernando. Para muchos, ese rincón natural era lo más bonito del centro, un refugio de calma y vida en medio de un recinto ya algo antiguo.
Pero el 22 de julio, las tortugas que habitaban en el estanque fueron retiradas y trasladadas al zoológico de Castellar, tras la decisión de la junta de propietarios del propio centro.
El motivo fue unas obras de impermeabilización en la zona del jardín, que obligarán a levantar y modificar toda la estructura del estanque. Según ha informado a este periódico uno de los cuidadores, el traslado se realizó el pasado martes. “Las tortugas fueron retiradas por los mismos dueños del centro comercial, la verdad es que no se pudo hacer mejor: las colocaron en cajas grandes, por tamaños, con agua, y siguiendo las instrucciones del zoológico. Pero sinceramente, pienso que se podría haber hecho de otra forma”, declara a este medio Juancho Romero, quien lleva cinco años regentando un negocio Iris Fotografía en uno de los locales del centro y fue, junto con una compañera del personal de mantenimiento, uno de los cuidadores principales de estos animales. “También me indicaron, desde dirección, que existía un informe del Seprona solicitando la retirada de los animales. La verdad es que ese documento nunca llegué a verlo”, sostiene.
Aunque el traslado fue realizado con el cuidado necesario, el sentimiento general entre quienes las cuidaban es de tristeza y decepción. “No me puedo enfadar, porque no soy el propietario, pero podían haber buscado una solución mejor, ya que las obras no van a ser inmediatas. Si hubieran esperado un poco más, nos habría dado tiempo a buscar más hogares para muchas de ellas”, asiente. Llevarse las tortugas ha sido lo fácil. Lo difícil era buscar una solución adecuada. Incluso habíamos comenzado a regalar algunas, y pedíamos vídeos para asegurarnos de que iban a buenos hogares, pues ya no aceptábamos más porque no teníamos espacio”, lamenta.
Las tortugas no eran solo unos animales más dentro del centro; formaban parte de la vida cotidiana de muchísimas personas desde hacía ya muchos años. Estuvieron presentes desde la inauguración del centro comercial, hace más de 40 años, y se convirtieron en una presencia entrañable y constante en la memoria de generaciones de visitantes. Niños de escuelas cercanas venían a verlas, les daban de comer y se maravillaban con los caparazones. “Los niños de cinco y seis años ponían unas caras increíbles cada vez que se acercaban a la barandilla, y yo les preguntaba si querían verlas, y se les iluminaban los ojos”, recuerda emocionado.
El centro comercial nunca asumió el cuidado directo de las tortugas. Eran Juancho Romero y su compañera quienes se encargaban de alimentarlas. “Cuando no nos dejaban el pienso para gatos pequeños-que es lo que comían-, a veces lo comprábamos nosotros”, comenta. Sin olvidar que había que mantener el estanque, lo cual conllevaba instalar filtros, bombas, cámaras de seguridad, e incluso controlar la salud de los animales con la ayuda de una veterinaria. “Cuando veíamos que nadaban de lado, sabíamos que tenían neumonía y les poníamos inyecciones, y gracias a Dios muchas se salvaban”, explica.
En los últimos recuentos, "recuerdo que el estanque albergaba unas 78 tortugas; la última vez, llegamos a contar unas 50, de diversas especies y edades; americanas de orejas rojas y amarillas, tortugas chinas y algunas con más de 60 años. “Muchas familias que no podían hacerse cargo de ellas en sus casas y optaban por traerlas. Algunas volvían a visitarlas, otras incluso nos preguntaban por whatsapp cómo estaban sus tortugas”, sonríe.
"La noticia de su retirada ha causado un fuerte impacto entre vecinos y visitantes habituales del centro. Juancho compartió en las redes sociales una emotiva foto de despedida, acompañada del mensaje que llevaba por título: 'Hoy nos despedimos de un pedacito de nuestra historia en el Centro Comercial Atlántida'. La publicación recibió decenas de mensajes de apoyo y cariño, lo que no pasó desapercibido y despertó el interés de este periódico. “Verás cuando mi hijo me diga vamos a ir a ver las tortugas y le diga que ya no están, porque cada dos por tres íbamos a verlas”, “Toda la vida, desde que era muy pequeña llevo viendo allí las tortugas... increíble, ¿qué las hayan quitado... a quién hacían daño?”, “Antes también había peces de colores”, “Mis niños pasan por ahí todos los días y se quedan embobados viendo las tortugas... qué daño hacían allí joe?? qué pena...”, “Eran las protagonistas del centro comercial, tenía su encanto, no se entiende porque los propietarios han decidido quitarlo, no tiene sentido”.
Según ha podido saber Juancho al hablar directamente con el gerente del centro de acogida de animales, tras su estancia en el zoológico de Castellar, las tortugas serán trasladadas a un espacio mayor en Madrid, donde recibirán los cuidados necesarios. A pesar de ello, quienes se encargaban de ellas no pueden evitar sentirse desplazados por una decisión unilateral. “El centro se desentendió desde hace tiempo, ya que el mantenimiento lo llevábamos a cabo entre dos personas por puro cariño a los animales”, concreta.
La retirada de las tortugas ha vuelto a poner sobre la mesa la falta de espacios naturales accesibles para los niños y el problema del abandono de mascotas. Juancho Romero menciona que “entre el parque de bomberos y la zona donde se examinan para el carnet de moto hay una zona donde se que hay tortugas. Lo comento porque sé que allí hay tortugas, por si alguien no puede hacerse cargo de la suya, que no la tire a la basura, por favor, como algunos hacen. Eso sí, que antes se cercioren de que sea viable llevarla allí, pues sé que son una especie invasora”, concluye Juancho.
Con la marcha de las tortugas, el Centro Comercial Atlántida pierde una parte importante de su esencia. Lo que era un oasis en medio del asfalto, un rincón para la contemplación y la educación ambiental, queda ahora vacío, por ahora solo con las flores. Pero no así los corazones de quienes durante años las cuidaron, las visitaron y las quisieron.








