Las calles del centro se llenaron de público para vivir la fiesta de Halloween. Una fiesta que en tres años de celebración ha quedado arraigada en el pueblo hasta el momento en el que hay familias enteras disfrazadas, algo que no ocurre en Carnaval desde hace años.

El ambiente de la calle fue extraordinario y la hostelería fue la gran beneficiada. La noche oscura del otoño llena las calles igual que la noche blanca del verano, salvo que en esta ocasión la decoración de la Alameda era distinta y más pobre que en años precedentes, al igual que la decoración de la Plaza del Rey con una simple tela de araña y muñecos puestos en farolas. Para calabazas, sólo las del monumento de Las Cortes.

La iniciativa de Acosafe con mesas de maquillaje en calles como Rosario y San Rafael tuvo una gran respuesta y larga, muy larga, fue la cola para participar en el Survival Zombie, que pocos pudieron ver.

La eliminación de las actividades hosteleras del programa editado por el Ayuntamiento restó información de concurso de disfraces o fiestas que animan la noche. De hecho, en la calle General García de la Herrán la empresa Imaginarte Creaciones montó un pequeño cementerio con dos grandes momias, que sirvió a modo de photocall.

También en Camposoto se celebró un año más la fiesta de Halloween y el Parque de las Huertas es ya un parque temático de la fiesta. El público buscaba una cabalgata o un pasacalles, pero de eso nada había en la noche de Halloween.