Un acto vandálico en la Punta del Boquerón provoca indignación entre los ciudadanos
La punta del boquerón, esa línea de dunas vírgenes emergidas del Atlántico con categoría de ‘Monumento Natural’ y valor geológico reconocido por la propia Junta de Andalucía, continúa sufriendo las consecuencias de un sector ciudadano con poco apego a lo que la naturaleza le ha legado.
Diversos foros y colectivos sociales -entre ellos, El Ojo Crítico Isleño, coordinado por Mandy Sánchez, colaboradora de este periódico- se han hecho eco, a través de Internet, del destrozo con el que ha amanecido estos días parte de la pasarela de madera que conduce hasta la batería de Urrutia.
Indignación, quejas, resignación, lamentos de toda índole e, incluso, hay quien ve todo tipo de intereses detrás de esta acción que viene a sumarse a todas las que verano tras verano convierten este paraíso isleño en foco de atención para muchos ciudadanos debido a su mantenimiento. O más bien, falta de ello. Contenedores llenos de basura durante varios días, con parte de su contenido volcado debido a la acción de las gaviotas que pueblan la zona, el estado ruinoso de una de las baterías que en su momento jugó un papel clave en la defensa contra los franceses, o la cantidad de residuos arrojados al mar y que provocan la muerte a especies como la tortuga boba, son algunas de las demandas históricas de los más comprometidos con el medio ambiente.
Mientras algunos no dudan en acusar directamente a las autoridades competentes por falta de vigilancia o escasez de cuadrillas de limpieza, otros aseguran que “no es más limpio quien más limpia sino quien menos ensucia”, es decir, de nada sirve cumplir con unas labores de mantenimiento si éstas no son respetadas -y continuadas- por los usuarios que hasta allí acuden cada día, lejos de quien se atreva a recriminar su actitud.







