Publicado el: Lun, 23 Jul, 2018
Opinión

Quien a buen árbol se arrima...

Paseo Joly Velasco, donde podemos comprobar que el sombreado hace más apacible el lugar.

Quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija. Y no hay mejor refrán para la plena canícula que venimos sufriendo los pobres viandantes andaluces que vemos la proliferación de calles y plazas duras de granito gris que tan de moda se están poniendo en todas las ciudades españolas, y es que últimamente, abundan los lugares de nuestras localidades en los que no hay un solo árbol que dé sombra alguna. Baste mirar nuestra Calle Real, con su tranvía fantasma, así como sus alrededores, la misma plaza del Rey entre ellas, donde dar un paseo en verano es digno de héroes mitológicos. Aunque el fenómeno no es único en nuestra ciudad, pues baste observar la “maravillosa” reforma del Paseo de Santa Bárbara de Cádiz, el paseo marítimo de Puerto Real, o la Plaza Mayor chiclanera entre nuestras localidades vecinas, e incluso, una población tan aficionada a las zonas ajardinadas como Sevilla, sufre una plaga de rincones desarbolados (o relativamente al menos), como sucede con la última reforma hecha en la archiconocida Alameda de Hércules; todo de lo más contraproducente posible, teniendo en cuenta en la comunidad autónoma que vivimos, famosa por sus calores estivales.

Foto antigua de la Calle Real a la altura de La Alameda con su antiguo arbolado.

Baste mirar viejas estampas de fotos antiguas, tan colgadas en las redes sociales como Facebook, de las distintas ciudades, donde se pueden observar multitud de árboles de sombra, sobre todo en las zonas de paseo, como por ejemplo en la Calle Real. En ellas, aparecen vetustos y de portes señoriales plátanos de sombra, álamos y otras especies, como las palmeras datileras o canarias, embelleciendo unas calles otrora hermosas, y que hoy se ven insulsas y sin nada que aportar al paisaje. En las vías más estrechas, se pierde por años también otro símbolo de nuestras calles, como son los naranjos, que rondando la Semana Santa, se adornan con las flores de azahar, cuyo aroma se confunde con el incienso de las procesiones que recorren sus calles con fervor. Toda una identidad que se va perdiendo al paso de otras modas internacionales, que no entienden ni de climas ni de funcionalidades o lógica alguna. Porque creo no descubrir nada si digo que no es lo mismo una plaza o calle de Oviedo que una de Córdoba, porque en la primera se agradece que el suelo no resbale, y que además, si se puede atrapar cualquier resquicio de sol, pues mejor; mientras que en la segunda, con temperaturas que pueden superar los cuarenta grados, se agradece la presencia de cualquier latifolio, jacaranda o lo que sea, con tal de que dé sombra. Y sinceramente, ninguna fuente a ras de suelo con chorros verticales logra lo que un buen árbol. De hecho, está comprobado, como el asfalto, multiplica la temperatura a ras de suelo si éste no tiene sombra alguna.

Calle Ancha y sus tradicionales naranjos, especie cada vez más escasa en nuestras calles andaluzas.

Otro problema con respecto a la alarmante desaparición del arbolado urbano, es con respecto al medioambiental, que amén de lo estético y lo climatológico, sucede con la avifauna que utiliza el estrato arbóreo urbano a modo de oteadero, descansadero, o bien como lugar de nidificación. Asimismo, la desaparición de huertas y espacios ajardinados significa también la ausencia de especies emblemáticas en nuestra tierra como fueron los camaleones, tan dentro de la cultura popular de la zona. En unos tiempos en los que la belleza se ve bajo cánones minimalistas, el urbanismo tampoco escapa a esta moda, que si bien puede tener lugar en los gustos hogareños u hosteleros de cada uno, éste no debe trasladarse al modelo de ciudad aquí en el sur. La estética moderna no debe obviar con desprecio la funcionalidad y belleza que los árboles de fronda han dado durante toda la vida a nuestras ciudades y pueblos, pues urbanizar se hace relativamente rápido, pero dejar crecer a un arbolado que dé una buena sombra cuesta bastantes años. Pero de eso, tardarán mucho en darse cuenta aquellos que propician la cultura del derroche energético y del agua, en pos de una falsa estética, que nunca se ha correspondido con lo andaluz.

Mostrando 1 comentario
  1. Elisa Gallego dice:

    Me ha encantado.
    Verdades auténticas.
    Necesitamos árbol es y espacios verdes

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