Publicado el: Mié, 5 Abr, 2017
Opinión

Las aves de los temporales

El frailecillo es una ave muy rara por la zona, pero se le ha podido detectar tras algún fuerte temporal.

Hemos pasado ya, casi sin darnos cuenta, otro invierno, y a diferencia del anterior, en esta ocasión generoso de temporales. Lejos de la dificultad que entraña la observación de aves, o el hecho simple, de practicar senderismo por nuestro parque natural, lo cierto es que la presencia de los distintos frentes fríosque atraviesan la provincia, implican la posibilidad de ver una serie de aves, que no son para nada frecuentes en nuestras latitudes, y que vienen siendo arrastradas por los fuertes vientos (por lo violentos que suelen ser con respecto a los frentes cálidos). Por el contrario, otro efecto meteorológico frecuente, como es el viento de levante, que en sus estados más fuertes, suelen traer también especies que no son propias de nuestros paisajes marismeños y costeros, encontrándose aves de tierra adentro incluso en sitios tan urbanos como nuestra ciudad, o la propia capital, de los que los más llamativos son los buitres leonados o los petirrojos. Con el resto de vientos sucede algo parecido, en los días más fríos del invierno, con las típicas y características nortadas es frecuente ver en nuestros jardines algunos paseriformes como los lúganos, pequeña ave amarilla, que puede dar lugar a confusión con nuestros verdecillos. Por eso, también es bueno saber, aunque sea, un poco de meteorología y/o climatología para la observación de la fauna, ya que no solo la estación en la que nos encontremos puede variar lo que veamos, sino que también los vientos pueden dar lugar a que nos encontremos una u otra ave, siendo importante tenerlo en cuenta.

El arao común suele ser un invernante habitual aunque escaso junto al alca.

No obstante, como todos sabemos, lo más común entre los meses de noviembre y marzo, son los vientos de poniente, que en ocasiones suelen traer consigo algún frente de alguna borrasca atlántica, y si exceptuamos los años en los que, como éste mismo, las bajas presiones se han formado en el norte de África (lo que implica precipitaciones, pero con vientos de levante), o si el Anticiclón de las Azores se encuentra muy alto, generando, una vez más levante, o tiempo calmado; la presencia de temporales en los meses invernales está garantizado, si es de noroeste mejor, que de suroeste, en ellos se refleja en muchas ocasiones la crudeza de la naturaleza, bella, pero muy dura, sólo apta para los mejores. En el mismo paso del frente, se podrán ver ciertas aves marinas, que no son costeras sino de alta mar, y que si no se tiene alguna clase de embarcación son difíciles de ver en condiciones normales. Generalmente, la vecina capital es el mejor observatorio para dichas aves, sobre todo en los puentes, o en los castillos de Santa Catalina o San Sebastián (si no se ve cortado el camino por el mar…). Pero San Fernando también tiene algunos puntos clave, como la propia playa de Camposoto, o el frente de Bahía Sur a la Casería, destacando Punta Cantera (si está la marea llena). Aunque realmente, el mejor punto es el castillo de Sancti Petri, pero que evidentemente, en temporales, tiene  cortado su acceso.

Los cormoranes grandes son las aves marinas más comunes en los inviernos locales.

Una vez terminado el paso del frente, el paisaje es como el de que tiene lugar después de una batalla, y dando un paseo por la playa uno puede ver la fuerza que tiene la naturaleza para dar o quitar en el medio. Tras la tempestad, llega, literalmente la calma, y con ello, el recuento de bajas, la crudeza de la realidad de la misma vida se ve reflejada en la presencia de algunas aves (y no sólo aves: peces, tortugas marinas, cetáceos…) que yacen en las playas, pues he podido observar de todo: araos, fulmares, págalos, etc. Otras han salido con vida, pero heridas, si tienen suerte podrán ser rescatadas por alguna autoridad y llevarlas a un centro para su recuperación. Pero lo cierto, es que las que llegan a la costa, sobre todo, son ya aves mayores, o que se encontraban en un estado de salud que no era óptimo; logrando sobrevivir, sólo los jóvenes y más fuertes. Entre las especies norteñas, y de las más extrañas, podemos observar alcas comunes, alcatraces, frailecillos, araos, pardelas, fumareles, págalos, alguna gaviota rara como la tridáctila, o alguna especie ártica perdida, como el fulmar común que pude observar muerto en Torregorda, hará ya unos diez años, por septiembre. Los cormoranes grandes ya no los incluyo, por lo abundante de estos últimos años, llegando a colonizar medios marismeños. Todo hay que decirlo, hay que tener mucha paciencia, y sobre todo mucha suerte, no es la primera vez que uno se tira horas esperando para ver algo, e irse, y al cuarto de hora aparecer toda la avifauna de la zona en un segundo. Y viceversa, llegar y besar el santo. Ahora, que llega la primavera, estas aves volverán a sus cuarteles de estío, normalmente en el Atlántico norte, entre las costas británicas y escandinavas, donde criarán de forma numerosa en los famosos acantilados que nos asombran por televisión. Aquí en cambio, tampoco llegará el vacío, otras aves, provenientes del sur, como el charrancito animará nuestros mares con sus temerarios lances de pesca. Otros como el págalo grande o las pardelas, aunque no críen, no suelen abandonar nuestros mares. Sirva éste artículo para destacar que no solamente en nuestro parque natural es posible la observación de aves marismeñas, sino que también es posible ver aves marinas que en otros lugares de nuestro país son de difícil observación, sobre todo en nuestras latitudes, pues el norte español, al igual que Cádiz, cuenta con una suerte de muchos promontorios, cabos y entrantes de mar que facilitan, como nuestra bahía, la presencia de dichas aves atlánticas. Y es que una vez más, una tarde de paseo tras un temporal, por la playa, nos da una vez más la conclusión, de lo privilegiado de nuestro entorno, y que por suerte, aún podemos conservar.

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