Publicado el: Vie, 28 Abr, 2017
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La fiesta del libro

Ambiente en La Rambla. Barcelona abril del 2016. Sociedad Diada de Sant Jordi. Foto. Danny Caminal.

Cuando uno toma la decisión de emprender un viaje, sin saberlo, abre una ventana al vientecillo de la experiencia y el aprendizaje. Porque aunque todo se decida en un momento, en un arrebato de valentía (así es como suelen salir mejor las cosas), catorce horas de viaje pueden llegar a valer la pena.

El pasado fin de semana estuvimos en la Rambla de Cataluña durante la celebración del Sant Jordi. Y uno, cuando sabe que va a la feria del libro más grande de España, sale de casa con grandes expectativas, advertido de la grandiosidad del evento. Pero el golpe es el doble de impactante cuando sabemos que va a llegar, y aún así nos sorprende. Cuando uno se ve envuelto en el más del millón de personas que se pasearon aquel día por la Rambla, no lo queda más que maravillarse ante la marabunta de lectores que se acercan a la mesa de firma del escritor, a preguntar, a interesarse por la persona de carne y hueso que se esconde detrás de la pluma.

Más de ciento cincuenta casetas de librerías y editoriales donde comprar el libro que se va buscando, además de poder disfrutar de las últimas novedades junto a la oportunidad de conocer al escritor in situ. Lectores, amantes de los libros o gente que compra por hacer el regalo y quedar bien ante la suegra. Qué más da. Hay librerías que aseguran hacer el 60% de las ventas anuales en el día del Sant Jordi. Un suspiro de esperanza más que merecido en un mercado que parece ir en descenso.

Caras felices de niños cuando sus padres le compran el cuento deseado, miradas de curiosidad ante la portada de un libro que podría ser interesante, gente esperando cola para la firma de un escritor, parejas abrazadas mientras estudian los títulos de una librería, sonrisas, olor a flores, a papel.

Literatura.

Un día que muchos toman como comercial e inventado para sacar los cuartos al hombre de a pie. Pero una fiesta en la que, al fin y al cabo, se le da una oportunidad a la letra impresa. Un evento en el que se deja de lado el portátil, el teléfono y la tablet para dar lugar a la tinta y las rosas. Un San Valentín de toda la vida, pero libre de las grasas saturadas y los azúcares de los bombones del Mercadona.

Pastillas para no dormir y continuar escribiendo. Que el tiempo corre, y la gente sigue leyendo.

Sobre el autor

- Cádiz, 1990. Escritor, Sargento de Infantería de Marina. Columnista y director de la revista literaria RSC. Premio Valencia Nova de Narrativa 2017. www.danielfopiani.com

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