Publicado el: Mar, 19 Ene, 2016
Opinión

Recuerdos maravillosos

abuelos1Disculpen que hoy aparque un poco la gastronomía en esta ventana de Salud al Día a la que me asomo todos los meses.  Permítanme esta vez la licencia de hablar en primera persona. Y es que la ocasión lo requiere,  porque ¡he sido abuelo!

Aunque este feliz acontecimiento del nacimiento de mi nieta Julia lo dimos a conocer tan solo ocho horas después de producirse, en la Cadena COPE para toda España,  mediante mi espacio con Cristina Schlichting en su programa de “Fin de Semana”, lo  quiero rememorar nuevamente aquí, en este El Castillo de San Fernando, porque fue una de las cosas más grandes y hermosas que me han pasado a lo largo de mi vida.

Siempre recordaré aquel sábado dos de este enero en el que el desasosiego, el nerviosismo, la inquietud… se transformó de manera automática, a partir de las cinco y media de la tarde de ese mismo día, en felicidad, alegría, júbilo… cuando apareció Abelardo –mi yerno que estoicamente estuvo junto a ella, con su Carmen, en el parto todo el tiempo hasta que parió, transmitiéndole esa dulzura y ese apoyo tan necesaria en esos momentos, dando muestra así de su infinita bondad, de ser un buen hombre, como efectivamente lo es, del que me siento muy orgulloso a la vez que infinitamente agradecido– anunciándonos el nacimiento de Julia.

Aquellas interminables horas de espera en ese hospital granadino, mientras deambulaba prolongadamente un tanto desorientado e inquieto aguardando la gran noticia, por esos inhóspitos y desangelados  pasillos del “San Cecilio”, me hicieron  recordar y reflexionar sobre aquella larga noche cuando Loli parió a la que allí estaba pariendo.

Se me vinieron de golpe esos recuerdos maravillosos de aquel 22 de junio, cuando mi hija Carmen vio la luz. En los que experimenté una sensación indescriptible donde se mezclaba alegría, felicidad, jolgorio y al mismo tiempo un efecto emocionante y nostálgico de dejar a tras una etapa de tu vida, para afrontar,  a partir de ese momento,  otra nueva como padre,  con ilusión, entusiasmo  y –porque no decirlo– con cierto recelo por la responsabilidad que eso conllevaba.

Aquellas maravillosas sensaciones que experimenté aquel mes de junio, se volvieron a repetir este 2 de enero y con más emoción, si cabe, al pensar que aquella pequeña que me hizo padre ahora me convirtió en abuelo de una niña realmente encantadora que me hizo sentir de nuevo aquel deseo irrefrenable de tenerla entre mis brazos, besarla, achucharla suavemente fuerte… como cuando vi por primera vez a su madre.

Y aquel recelo o temor de entonces, ya no fue por esa responsabilidad a la que Loli y yo nos teníamos que enfrentar por la seria tarea de educar a nuestra pequeña Carmenen todos los sentidos –que no simplemente criarla, que evidentemente también–, sino que este temor de ahora fue por el futuro que le espera a nieta  por culpa de unos cuantos políticos mamarrachos e ineptos que nos están conduciendo a un destino incierto cuyos destinatarios son estos bebe que como mi julia están aterrizando ahora en este inseguro e impreciso mundo que les están dejando unos –que no todos, afortunadamente–  irresponsables gobernantes de este planeta.

Sobre el autor

- Comunicador Gastronómico. Cerca de cincuenta años de carrera profesional, defensor a ultranza del aceite de oliva virgen extra, de la alimentación mediterránea e investigador nato de la cocina antigua.

Mostrando 1 comentario
  1. virginia dice:

    Maravilloso pepe!!!, felicidades de corazón, esa niña es una preciosidad y me encanta veros tan felices.
    Besos, os queremos!!!!

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