Publicado el: Lun, 22 Jun, 2015
Opinión

A mi buena gente de la hostelería

hosteleriaAhora que comienza temporada veraniega, ese tiempo estival en el que los restaurantes, hoteles, chiringuitos y demás establecimientos de restauración se pondrán  a pleno rendimiento quiero dedicar mi espacio de “Salud al día” en este periódico “El Castillo de San Fernando”  y, de esta forma, rendirle mi particular homenaje, a todas esa gente que en realidad son los auténticos protagonistas y al mismo tiempo los grandes desconocidos, porque son ellos y ellas los que mueven los motores de la economía de nuestra tierra.

Sí, sí, tal como suena, lo quieran reconocer o no más de un empresario. Porque como ya he repetido en no pocas ocasiones, y lo seguiré haciendo para que nos enteremos bien cuando se me presente la oportunidad, el turismo y por consiguiente este subsector de la hostelería en general que nos ocupa, supone la principal fuente de riqueza en todo el territorio nacional, aunque es verdad que en unos sitios más que en otros. Me estoy refiriendo, por si queda alguna duda, al personal de servicio, limpieza, mantenimiento, recepción, del office, de lavandería y –permítaseme la licencia–, fundamentalmente de cocina.

Mi buena gente de este bendito y, a veces, maldito gremio que con su duro trabajo siempre en silencio y siempre a la sombra ayudan a que muchas familias disfruten plenamente de sus vacaciones y al mismo tiempo hacen también que otras tantas, o tantísimas, familias puedan subsistir. Un colectivo tan denostado y tan poco valorado por muchos, que no todos, de los propios empresarios del sector que les exige la máxima prestación, pleno rendimiento, todos sus esfuerzos… pero a la hora de pagarles y darles un servicio digno (comidas, descansos, vestuarios, duchas, etcétera) son de los más mezquinos y miserables.

Hay muchísimos establecimientos en donde no se respeta para nada lo más básico de un trabajador como es un salario acorde con el trabajo que se desarrolla, unos horarios razonables, unas horas de descanso, etcétera. Los dueños, los empresarios o como quiera que se les llame –que, repito afortunadamente no todos– siempre quieren para ellos el ancho del embudo. Pero lo más lamentable de todo es que estos elementos están cometiendo estas atrocidades que a fin de cuentas no son ni más ni menos que una serie de irregularidades, porque son, presuntamente, constitutivas de un delito en el plano laboral, ante la pasividad de las autoridades correspondientes y los propios sindicados.

Triste, horrible, penoso, deplorable, desolador.. pero es la realidad que se vive en este mundo de la hostelería en España y que no todos conocen. Y luego algunos se quejan de que no hay mano de obra, ¡tendrán cara! Esta situación no hace sino perjudicar muy seriamente a un sector como es el Turismo, como dije antes, nos está proporcionado grandes bonanzas pecuniarias a todos en estos tiempos que corren en los que la economía, como es sabido, pasa por uno de sus peores momentos, y por lo tanto es una cuestión lo suficientemente seria como para que, a quienes les corresponda, tomen de una vez por todas las medidas necesarias para que estos sujetos (tengo otro calificativo pero me lo voy a callar por respeto a ustedes estimados lectores/as) empresarios de hostelería, aunque algunos no tengan ni la más pajolera idea de este sector, que esa es otra, ni más ni menos cumplan con su obligación y no sigan, presuntamente, (¿presuntamente?) delinquiendo contra sus trabajadores y trabajadoras que son en definitiva los que los están enriqueciendo. ¡Ya está bien de explotadores y caraduras hombre!.

Sobre el autor

- Comunicador Gastronómico. Cerca de cincuenta años de carrera profesional, defensor a ultranza del aceite de oliva virgen extra, de la alimentación mediterránea e investigador nato de la cocina antigua.

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