Publicado el: Dom, 12 Abr, 2015
Opinión

¿Especies invasoras o nuevas?

Ejemplar de Hierba de la Pampa en el paseo marítimo de Bahía Sur.

Ejemplar de Hierba de la Pampa en el paseo marítimo de Bahía Sur.

Hace unos meses se actualizaba la lista de especies animales y vegetales que se prohíben comerciar, poseer y transportar dentro de nuestras fronteras; era ésta, una actualización de 21 especies nuevas que se añaden al catálogo de especies invasoras, y con ello, el listado pasa de 181 especies a 202. Dicha relación de animales y plantas foráneos fue aprobada por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente en agosto de 2.013, con el fin de frenar los daños económicos y medioambientales, planteando estrategias para la erradicación de poblaciones en el caso de que se hubieran establecido ya, en nuestro país, o en el caso de no haber llegado a tiempo, evitar que se propaguen más allá de su radio de acción inicial. Para entender el alcance que la introducción de especies invasoras tiene en la Unión Europea hay que recordar que causan pérdidas anuales de doce mil euros, y que además, pueden transmitir enfermedades como la salmonelosis como sucede en el caso de los galápagos. Pero sobre todo, lo más importante, es la pérdida de biodiversidad, porque una especie invasora, lo es, porque arrasa con todos los seres locales, sobre todo con la competencia más directa, y para ello, basta con recordar lo sucedido con el cangrejo de río americano, introducido en nuestra geografía, y que contagió al nuestro, autóctono, una enfermedad para la que no son inmunes. Hoy día los cangrejos de río autóctonos, quedan aislados a rincones serranos y fríos, entre ellos Grazalema, donde los de otro tipo no pueden adaptarse.

Eucalipto Rojo sobresale en medio del alcornocal de Junco Real (Medina Sidonia).

Eucalipto Rojo sobresale en medio del alcornocal de Junco Real (Medina Sidonia).

Ahora bien, y estando de acuerdo plenamente en la lucha contra las especies invasoras, pienso que hay dos puntos en los que la cuestión se torna más difícil, y las líneas de actuación, para mi entender, son más difusas. Y les pongo dos casos: ¿Qué hacemos con una especie que nos coloniza por medios naturales, sin introducción humana voluntaria, sino que simplemente se ha expandido gracias a nuestra ayuda?, y el segundo caso que planteo sería el siguiente ¿Qué hacemos con aquellas que nunca fueron locales, pero que se han adaptado tan bien, sin un fuerte impacto, y que hoy forma parte de nuestro paisaje mental y natural? Ustedes dirán, que así, este filetón de preguntas sin un buen vino sería bastante duro de tragar, pero voy a exponer varios ejemplos para que no resulte todo tan abstracto. Sobre la primera pregunta, existen multitud de casos de animales o vegetales humanófilos, habiendo un caso muy reciente de una nueva especie que empezó a colonizar España a mediados de los noventa, y que hoy día, habita en gran parte de los jardines y plazas de nuestras ciudades, me refiero a la tórtola turca, de sonido tan particular, que seguramente hayan escuchado, pero no sepan de que se trata. El parque Sacramento, está sencillamente lleno de estas tórtolas, por ejemplo. Otro caso sería el de los cormoranes, que si bien ya invernaban en nuestras costas, ahora, su número ha crecido exponencialmente en los últimos años, siendo animal poco grato en las piscifactorías. Sobre las segunda pregunta hay más casos, y muchos quedarán asombrados al conocer que eran foráneos.

Pinares de la Barrosa, probablemente, producto de una repoblación.

Pinares de la Barrosa, probablemente, producto de una repoblación.

De hecho, causa sorpresa si les digo que el eucalipto fue introducido desde Australia en el siglo XIX, las pitas y las chumberas de México en el XVI, que casi todos los castaños fueron cultivados por los romanos, que los arbolitos de flores amarillas que están al margen de nuestras carreteras son acacias sudafricanas, o que antes de la llegada de los árabes no existían palmeras datileras en España, que muchos de los pinares de nuestra costa son repoblaciones hechas en el siglo XIX para contener las dunas, y que otros pinares, como los de las sierras de Cazorla, Segura, Las Villas, Río Mundo o Castril son producto de los astilleros gaditanos y cartageneros del XVIII, que se nutrían de las maderas “comerciales” para sus galeones, y que con ello, se arrasó con la vegetación autóctona de encinas y quejigos. De hecho se estima que en todos los continentes del mundo el 20% de la vegetación es alóctona, naturalizada por el ser humano, cifra que asciende al 50% en el caso de Australia y Nueva Zelanda. Pero la cosa no acaba con lo arbóreo, sino que continua con las especies animales, como es el caso de la gineta y el meloncillo (nuestra mangosta ibérica, cuyas mayores poblaciones europeas se encuentra en Los Alcornocales) como especies más conocidas e introducidas en tiempos de los árabes, o que los muflones y los gamos fueron un regalo que nos dejaron los romanos. ¿Qué hacemos entonces con ellos, los eliminamos?, ¿todo tiene que volver a ser como era en la prehistoria? Realmente, los expertos consideran invasores a toda especie autosostenible, nociva para el medio, y que coloniza amplios territorios en un corto espacio de tiempo, como es el caso de la cotorra argentina, que ha poblado los parques de muchas ciudades, como la vecina de Cádiz.

Cotorrita Argentina, especie invasora en la vecina ciudad de Cádiz.

Cotorrita Argentina, especie invasora en la vecina ciudad de Cádiz.

Pero no crea usted, respetable lector, que esto le pilla de lejos, pues la presencia de especies nuevas o invasoras también afecta a nuestra bahía, y a San Fernando. Hay otras especies invasoras como la hierba de la pampa, la también sudamericana spartina densiflora que daña nuestras marismas o la uña de gato que ocupa las dunas costeras, entre otras especies vegetales, o la hormiga argentina o el mosquito tigre, que si no han llegado, están a punto de llegar. También le puede preocupar la posible presencia en las casas de España de la chilena araña del rincón de potente veneno. Por una parte, muchos expertos coinciden en que para algunas especies hay soluciones, pero para la gran mayoría solamente se puede hablar de actividades de contención, teniendo que adaptarnos todos a tener nuevos compañeros de ecosistema. Por otra, considerar invasora a especies que hace tiempo o no, se han adaptado bien sin perjudicar a las demás, puede resultar del todo excesivo, como es el caso del castaño, el eucalipto o de la pita, estas dos últimas, que si no se monocultivan se adaptan bien al medio, mezclándose con otras especies, ocupando muchas veces, terrenos pobres que otros ejemplares locales rechazan. Hay que aclarar, para finalizar, que sin cambio climático o con él, fauna y flora van a ir cambiando siempre, moviéndose de un lugar a otro. Todas las poblaciones tienden a crecer y a colonizar, y a desaparecer llegado el día. La naturaleza no es un cuadro fijo y quieto para nuestra recreación, sino que es dinámica y tiende al movimiento y a la variación, gracias a sus distintos factores, como es el caso de las abejas que polinizan, los cambios de climas, factores geológicos, meteorológicos (como el viento), migraciones, o el propio ser humano, el cual, no lo olvidemos, también es un factor dentro del medio. La erradicación o mantenimiento de una población de determinada especie invasora, es una tarea ardua de difícil decisión por parte de nuestras autoridades, pues si bien los nuevos “vecinos” pueden ser nefastos o, simplemente adaptables, es de complicado juicio, pues todo tiene que pensarse a priori, especulando sobre el impacto que estos pudieran tener en el medio. Sinceramente, no me gustaría verme en dicha tesitura.

Deja tu opinión

XHTML: Puedes usar las siguientes etiquetas HTML: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <s> <strike> <strong>