Publicado el: Mar, 4 Dic, 2012
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El clavo ardiendo

Es lo único que no falla en San Fernando, la hostelería, local que cierra, local que abre, es como la gallina de los huevos de oro, bueno más que como la gallina de los huevos de oro, es como la fé a la Virgen de Lourdes, porque la mayoría no llega a ningún sitio que no sea unos meses de bandazos y unas deudas que haber como se pagan. Abrir un bar en la Isla es como agarrarse al clavo ardiendo y como están las cosas, hoy arde todo a lo que uno decida agarrarse, pero esta claro que hay que hacer algo. Pero no tomemos a broma la profesión, han abierto bares gente de Astilleros, de Delphi, albañiles, emigrantes sin mas solución que esa y en la mayoría de los casos, con el resultado de lo dicho anteriormente el fracaso  para gente que ha echado en ese negocio lo que tenia guardado o en el peor de los casos lo que  han tenido que pedir a  los bancos o a gente conocida.Seguramente eso lo que hace, es denostar y desprestigiar la actividad que se ha ganado el San Benito de “el que no vale pa ná a trabajar a un bar”. No, en un bar trabajan profesionales que sacrifican su vida y la de sus familias para poder comer, hombres que han tenido que pasar verdaderas aberraciones para aprender a hacer una carne al toro en condiciones, porque el jefe cocinero que tenia se creía en posesión de la pócima de Panoramix y que creía que al enseñar al que tenía a su lado perdía su poder y notoriedad en la empresa.

Lo dicho, no he visto nunca a un cocinero arreglando un tractor o a un camarero dando perlita a un techo, porque como dice el refrán “zapatero a tus zapatos” solo pido respeto a la profesión y que se piense en las consecuencias antes de tomar una decisión que puede ser que te persiga para casi siempre y no para bien.

Me dijeron una vez que hay que intentar ser el mejor en todo, si eres arquitecto, diseñar los edificios más funcionales y espectaculares, pero si eres barrendero debes de barrer las calles con orgullo y con la satisfacción de que tu trabajo es tan importante como el del ingeniero de caminos, que decidió que la calle que tu limpias pasase por ahí. Pues con la hostelería pasa igual, un camarero debe querer a su trabajo porque tiene que mostrarse a gusto, ser  agradable y sobre todo, mostrar que esta contento de atender al cliente que tiene delante y el cocinero, tiene que saber que tiene ante si el reto de sorprender, de hacer inolvidable ese rato que viene a ser el más importante del día, que es el de la comida junto con gente importante, porque sabemos que uno no come con cualquiera.

La Isla, es sitio de buen comer históricamente, no en vano inventamos el bienmesabe, las tortillas de camarones y hasta las papas aliñás por muchos descubridores que le hayan salido en otros sitios, todo eso es nuestro y lo inventaron la gente sin recursos que acabaron dándole fama a los hosteleros de hoy.

Respeto a eso, a la profesión, a la entrega y al sacrifico de los verdaderos profesionales de esto. Recuerda “zapatero a tus zapatos” y cocinero a tus fogones…. Ah y hoy en día…. Empresario hostelero a tus noches sin dormir.

Juan Pedro García López

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