Publicado el: Dom, 14 Oct, 2012
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El Fin de las Ideologías Modernas

La desaparición del marxismo-leninismo en China y en la Unión Soviética ha significado la muerte de las ideologías como importancia histórica mundial. El triunfo del capitalismo nace de la libertad del libre mercado desregulado, que  a su vez va de la mano de las democracias.  Nacen nuevas preocupaciones como las demandas de los consumidores, las tecnologías,  la preocupación por el medio ambiente y la coyuntura económica. Muere el pensamiento filosófico por excelencia.

¿Podemos concluir entonces que la democracia liberal y la economía del libre mercado son las únicas variables posibles a la sociedad actual? ¿El pensamiento político se ha estancado?

La escuela de pensamiento económico de Friedman cuyos postulados se basaban en la bajada de impuestos, desregularizaciones y la disminución de la masa salarial triunfaron, podría decirse de alguna manera que sería una versión “fundamentalista  del capitalismo”, fundamentalista en lo que se refiere a la pérdida de derechos de los ciudadanos, a la pérdida del rol del papel protector de los estados  pero, estas ideas que acaban con las ideas más proteccionistas y básicas de los derechos humanos se han introducido en las democracias liberales: Privatización, desregulación y recortes en el gasto social.

Las crisis de las deudas sufridas a lo largo del siglo XX en Argentina, Chile, China, Rusia, África y Latinoamérica, donde las políticas de democracia liberal se han centrado en los beneficios de los gobiernos por encima del desarrollo humano han generado estas oligarquías políticas.

Las oligarquías no han separado al mercado del estado, sencillamente se intercambian favores para apropiarse de los recursos públicos y lo hacen a través de la democracias, donde, bajo el sistema de democracia representativa se deposita la papeleta en una urna cada cuatro años.

Este sistema elimina los límites del gobierno y del Sector empresarial, esto no es economía liberal, ni economía conservadora ni tan siquiera capitalista, es simple y llanamente una corporación.

El Estado debe hacer de Estado, el mercado debe hacer de mercado. El Estado debe favorecer la distribución de la riqueza, generar igualdad de oportunidades y propiciar menos desigualdad como principios básicos del desarrollo humano, entre otros.

Por ello, es muy habitual, cuando los ciudadanos reclamamos nuestros derechos que se nos “desprecie” de manera peyorativa calificándonos de “perro-flautas o yayo-flautas”, inclusive te tachan de “comunista, marxista, fascistas, genocida” y por tanto de “asesinos o tiranos”. La manifestación del 25S en Madrid fue un claro exponente de estas descalificaciones por parte del gobierno y de algún otro partido en la oposición, calificando de “golpistas” a los manifestantes. Ser “antisistema no está bien visto”.

Cualquier intento de responsabilizar a las ideologías por los crímenes cometidos deben plantearse con absoluta prudencia. La cruzada contemporánea en pro de la libertad de los derechos fundamentales está denostada, en cambio, no existe una campaña activa en pro de los mercados mundiales, no se alude nunca a la “lucha por el capitalismo”. ¡Ahí radica su éxito! Viene “disfrazado” en forma de “democracia liberal”.

El pensamiento político y filosófico está estancado. La crisis de las democracias representativas radica precisamente en esto mismo, en la desideologización de las sociedades que se ha producido de manera gradual. Y esto en gran medida se lo debemos a los políticos, nuestros representantes. Seres completamente desafectados de los principios de desarrollo humano y derechos fundamentales que están deshaciendo todo por lo que conseguimos.

Además nuestros representantes se olvidan de una cosa, y es que el incremento de las desigualdades socioeconómicas afectan a la idea del régimen democrático, cada vez los ciudadanos tienen una deficiente visión de estos valores democráticos, sobre todo desde la esfera civil; por ello se encargaron de diseñar un sistema educativo de tan baja calidad como el nuestro, donde los ciudadanos desconocen gran parte de la historia y de la evolución del pensamiento humano.

Bajo el concepto de “democracias industrializadas” se instala la “democracia liberal”, concepto diametralmente opuesto al que hemos vivido en Europa, donde primero se instauraron los derechos civiles y sociales, seguidamente le precedieron los derechos políticos, hasta que se consolidó el régimen democrático.

Por ello, no soy una golpista, ni una antisistema, soy una ciudadana que quiere que sus políticos no olviden de dónde venimos y a los cuales les ruego que se centren en la protección de nuestros derechos y libertades civiles por encima de los intereses bancarios, ya que sino de otra manera estaremos situados irremediablemente dentro de los países en “vías de desarrollo”.

Venesa Monge.

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