Comienza la 8ª edición de la feria de la tapa de la isla.

 El primer motivo de satisfacción es que en la isla se celebre algo durante ocho años consecutivos.

Después podremos ponerle las pegas que sean necesarias a su ubicación, duración, si tiene algo que ver en con la fiesta que se conmemora en la isla en estos días o si los stands están mirando para  la bahía en vez de para el zaporito, porque hasta en eso se fija la gente.

Pero “desde la olla” vamos a mirar las cosas desde donde nos interesa, desde el fondo que es donde están las cosas buenas de las ollas, donde se queda la pringuecita del chorizo de la berza, o donde esta el forrajito de los huevos a la flamenca.

La feria de la tapa  en el fondo es de las mejores ideas gastronomicas que ha tenido este pueblo en muchos años (no quiero recordar en el invento de disfrazar una caballa por ejemplo), digo en el fondo porque de la forma vamos a hablar ahora.

En el fondo no es más que un recurso económico genial para todos los participantes en ella, en el fondo es un escaparate publicitario para los negocios,  aunque mucho de ellos no te puedan ofrecer sus creaciones porque no tienen negocios destinados a la tapalogia que diría Pepe Monforte, en el fondo  la feria de la tapa es un buen invento.

Pero en la forma…. En la forma hay que mejorar,  sobre todo en lo importante, la comida.

La feria de la tapa se convierte en un aquelarre de brujas en los que los cocineros intentan destapar unas virtudes, que a veces no tienen y por el contrario hay cocineros que por bueno que sean, nunca se le podrá reconocer su valía. Me explico.

Tenemos por un lado la tapa perfecta en cantidad de ingredientes, sabores y texturas, una tapa creada por un buen cocinero que servida en un bar cualquiera seria un autentico dibujo artístico y un conjunto perfecto para llevar a la boca y que en la feria de la tapa no es mas que algo de comida servida en un plato de plástico y en la mayoría de las veces fría y mal presentada. Lo veis no puedo valorar esa tapa por muy buena que sea.

En el otro lado tenemos al alquimista, el cocinero que a base de juntar ingredientes que por muy incompatibles que sean (fruta y cebolla por ejemplo), se empeñan en poner en el mismo plato a todos ellos, cuando veo una tapa que lleva más de 3 o 4 sabores en su composición acabo diciendo… no sabe a nada. Y que conste que he llegado a ver hasta 8 en un mismo plato, claro con la consecuencia de que efectivamente no sabe a nada, que no se nos olvide que como dice un amigo mío la tapa de elaboración mas conseguida que hay es la ensaladilla, lo demás o lo curramos o tenemos la suerte de caer en gracia y que un alquimista de estos se lleve el premio porque el jurado se ha dejado impresionar por un nombre que ni en las composiciones químicas del bisolvon seriamos capaz de encontrar.

Me gusta la feria de la tapa porque se respira un ambiente genial, la gente sin duda año tras año esta con ella, porque los precios me parecen muy buenos, porque se come muy bien en muchos casos, porque esta en el centro de la isla y da vida a muchos negocios de alrededor y sobre todo porque los que participan se ven reconfortados en muchos aspectos en su negocio.

Pero no me gusta porque se ponen medallas quien no las tienen que llevar, porque en realidad es un concurso que acaba con algún personaje  con suerte, mirando por encima del hombro a verdaderos trabajadores de esto. No me gusta porque los organizadores no se esfuerzan en lo mas mínimo para salir de la oferta gastronomica,  y porque se podía aprovechar la ocasión y que verdaderos profesionales de esto explicaran algo de la gastronomía cañaílla con charlas y demostraciones.

Todo esto no es más que una opinión personal de algo que en el fondo esta muy bien pero que en la forma, creo que debe mejorar.

Juan Pedro García López